07.- Zoé Lee

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Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.

07.- Zoé Lee

No estaba planeado, como el resto de lo ocurrido durante aquella primera reunión, pero subirse de nuevo a aquel minúsculo escenario había sido extraordinario. Su primera canción sonó con fuerza, aunque los pequeños cambios en la forma de tocar de Luka y Juleka hicieron reír a Rose cada vez que le daban un toque diferente a la melodía. Habría que trabajar mucho para reunificar sus estilos, así que acordaron quedar de nuevo el domingo para trabajar un poco.

Juleka le pidió el teléfono de Zoé a Iván, no se sentía cómoda ante la idea de pedírselo a Rose, y esperó a quedarse a solas en cubierta para llamar. Esa era la idea, llamarla, decirle que no se había ido por ella, que podía volver si quería. Sin embargo, la realidad era que estaba sentada al borde del escenario mirando fijamente su número en pantalla y tocándola cada vez que se oscurecía avisando que iba a ponerse en reposo. La teoría era fácil, la práctica no tanto, no tenía claro cómo hablarle de eso sin sonar pasivo-agresiva y lo último que querría sería empeorar la situación.

Suspiró. Improvisaría y rezaría para que no la malinterpretase. Presionó el icono de llamada y aguardó escuchando el tono de marcación.

—¿Diga? —Su voz la pilló por sorpresa, contuvo el aliento—. ¿Hola?

—Ho-hola, soy Juleka —contestó sintiéndose estúpida por vacilar con algo tan simple como un saludo.

—Juleka —repitió ella como si su nombre fuera algo extraño—. Cuánto tiempo.

—Sí, bueno. Yo... supongo que sabes que hemos vuelto.

—Luka me envió un mensaje. Lo sé.

Estaban las dos a la defensiva, no había que ser ningún genio para darse cuenta de ello.

—Esperaba que vinieras a la reunión.

—No me ha parecido correcto —contestó con tono suave—. No sé, creo que es mejor así.

—Sé que ya no importa, pero no me fui por ti. Tenía que hacerlo, por mí, sólo por mí.

—No necesito que...

—Zoé. —La interrumpió con suavidad—. Necesitaba irme, probarme a mí misma que podía hacer cosas. Me quedé hasta el final por todo lo que estaba aprendiendo.

»Siento si estuve rara contigo antes de irme. Estaba insegura y nada más. Te pido perdón por dejar que creyeras que era tu culpa.

De haberse dado cuenta entonces se lo habría aclarado en el momento, pero nunca era tarde para disculparse.

—Puedes volver. No pasa nada. Estaría bien que lo hicieras.

—Gracias. Prefiero quedarme al margen por ahora —musitó más relajada, ya no la notaba a la defensiva—. Aunque puede que pase para veros ensayar si os parece bien.

—Sí, claro.

—Me gustaría pedirte un favor, si te parece bien.

—Sí.

—Si vuelve a pasar háblalo conmigo.

Dos años atrás no era capaz de hablar de algo así, pero ahora sí que podría hacerlo, aunque no acabase de sentirse cómoda hablando sobre temas personales. También sería lo más justo. Zoé era una buena chica, no tenía la culpa de sus propios temores.

—Te lo prometo.

Intercambiaron algunas frases más. Juleka colgó y miró la nada durante unos segundos. Aquella conversación con Zoé no cambiaba nada, su situación con Rose seguía siendo exactamente la misma. Durante la reunión ambas habían parecido estar mucho más cómodas la una con la otra, pero eso no significaba nada, la influencia de Iván y Luka había jugado un papel importante. Pensaría en cómo avanzar, intentaría adaptarse, esperaba que todo mejorase con el paso de los días.

Se levantó del bordillo del escenario y bajó las escaleras dando saltitos. Luka estaba sentado en uno de los taburetes de la barra de la cocina, ocupó el que estaba a su lado y apoyó los codos sobre la barra.

—¿Has hablado con ella?

—Sí. No va a volver por ahora, pero vendrá a vernos ensayar.

Luka le revolvió el pelo con cariño.

—Me parece una buena decisión.

—¿Por qué?

—Zoé se sintió mal los últimos meses con nosotros. Sé que no era tu intención y que no te dabas cuenta, pero se lo pusiste difícil.

—No quería eso.

—Lo sé. Entiende que le preocupe que la situación se repita y que prefiera mantenerse al margen.

Escondió la cara entre las manos. ¿Cómo no se había dado cuenta entonces? Lo sentía tanto. Creía que la única que se había sentido mal era ella, que su inseguridad la había atormentado sólo a ella. Se equivocaba, se había equivocado demasiado.

—Qué idiota...

—Juls, no te martirices. Es agua pasada, concéntrate en lo que vendrá de ahora en adelante.

—Sí, vale.

—Me voy, he quedado con unos amigos.

Ella debería de hacer lo mismo, quedar con sus amigas, pero por el momento esperaría. Le envió un mensaje a Iván diciéndole que había hablado con Zoé, que habían aclarado las cosas y que, aunque no volvía al grupo, pasaría a verles ensayar. Hizo lo mismo con Rose, no quería tener secretos con ella.

Abandonó el taburete y se metió en su cuarto. Buscó su antigua libreta de partituras, la que era un secreto incluso para Rose, y revisó lo que había compuesto. No eran grandes temas, pero no estaban mal, podía arreglarlos y proponerles a los demás tocarlos. Rose podría ponerles letras interesantes. Tomó una libreta en blanco y un lápiz, trazó la clave de fa en la cuarta línea con seguridad, revisó los acordes y los fue transcribiendo haciendo algunos pequeños cambios y ajustes, buscando una mayor profundidad. Quería que sonase interesante, como cualquiera de las partituras de su padre o su hermano, que tuviese sentido más allá de la letra.

Continuará

Notas de la autora:
¡Hola! Una conversación incómoda con Zoé y un proyecto para arrancar.
Mañana más.


Seulement des chansons d'amourWhere stories live. Discover now