23.- Respiración

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Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.

23.- Respiración

El ensayo a solas fue fantástico. Hubo algo en la forma en la que Juleka la miraba al dudar que la ayudó a calmarse. Le recordó a aquellas maravillosas tardes en las que se encerraban en el cuarto de Juleka compartiendo música y sentimientos que no se atrevían a verbalizar.

Empezaron a intercambiar mensajes cada noche. Rose se esforzaba al máximo para recuperar la confianza de Juleka. Estaba a punto de escribirle cuando Juleka se le adelantó:

Mañana nos vemos a las diez delante de la parada de metro de Miromesnil.

Se preguntó por qué en Miromesnil y no en el Liberty o en Trocadero como siempre, pero no iba a quejarse por la elección. Le contestó:

Allí estaré.
¿A dónde vamos a ir?

Juleka le envió un simple:

Sorpresa.
Buenas noches.

Quería preguntarle si tenía que llevar comida o vestirse de alguna manera concreta, pero sabía que no iba a contestarle porque una vez que Juleka daba las buenas noches activaba el modo dormir y se olvidaba del móvil, era poco probable que le contestase por la mañana por que siempre se le olvidaba desconectarlo.

Se puso el pijama y se metió en la cama nerviosa. Su cabeza dibujó un sinfín de escenarios y de lugares a los que ir. Sitios a los que sabía que Juleka nunca iría. Cerró los ojos y trató de poner la mente en blanco, sin embargo, no logró pegar ojo.

Se levantó antes de que sonase el despertador, se preparó para su cita y tomó el metro para bajarse en la parada de Miromesnil. Juleka ya estaba allí mirando discretamente a su alrededor, seguramente buscando a alguien de la prensa. Se acercó a ella con sigilo y deslizó la mano por su espalda como había hecho tantas veces cuando salían juntas.

—¿Llego tarde?

—No, he llegado pronto —contestó, se inclinó hacia adelante y la besó en la comisura de los labios con suavidad.

—¿Me vas a contar ya a dónde vamos?

—No, ya lo verás.

La cogió de la mano con fuerza, caminaron juntas y en silencio. No sabía a dónde se dirigían y el calor de la mano de Juleka hacía que tampoco le importase en absoluto. El paseo fue bastante corto. Juleka metió la llave en una elegante puerta de la avenida de Messine y la empujó con suavidad.

—¿Ascensor o escaleras?

—Ascensor —contestó dudando y entró tras ella—. ¿Qué hacemos aquí?

—Ahora lo verás.

Salieron en la tercera y última planta, esta vez Juleka tocó el timbre. Rose la miró confundida. ¿Por qué abría el portal, pero llamaba al timbre en la puerta? No tuvo tiempo a pronunciar la pregunta en voz alta, Jagged les abrió la puerta con una sonrisa reluciendo en sus labios.

—Puntuales, así me gusta. Pasad.

—Podías habérmelo dicho —susurró siguiendo a Juleka.

—Te habrías negado —replico en un susurro.

—Vamos a la sala de música.

—¿Sala de música? —preguntó Rose.

—Aunque no haya más vecinos y las paredes que colindan con los edificios de al lado estén insonorizadas, no quiero que molestemos a Penny mientras trabaja.

A Rose le sorprendió el tamaño de la sala de música, apostaba que su apartamento entero cabría dentro que aquella estancia. En el centro estaba el elegante piano de cola que había decorado su suite en Le Grand Paris. Otros instrumentos decoraban las paredes, también todos sus discos de oro y platino.

—Muy bien. Espero que estés preparada para las clases, Rose.

—Ah, sí.

Suponía que Juleka había previsto que no se atrevería a pedirlo y que por eso había montado todo aquello.

—Lo primero y más importante: fallarás —soltó sin medias tintas—. Fallarás una y otra vez y te frustrarás, pero es normal. No te agobies. Aprende de cada fracaso.

—Papá, suena deprimente que le digas que va a fallar.

—No es nada por lo que deprimirse y avergonzarse. Cuando yo empecé a cantar, aunque tenía la base, me faltaba experiencia, así que me quedaba afónico con facilidad. Tuve que quedarme mudo muchas veces antes de ser capaz de controlar mi propia voz.

—¿De verdad? —preguntó Rose sorprendida por aquella confesión.

—¡Claro que sí! No teníamos dinero y no pude costearme clases de canto, tuve que aprenderlo todo por mí mismo.

»Vamos a sentarnos. Juleka tráenos dos lápices.

Se sentaron frente a frente mientras Juleka cogía los lápices y les ofrecía uno a cada uno.

—Primero vocalizar incluso cuando apenas mueves los labios. Sé que en vuestro estilo de música no es lo más importante, pero te ayudará a controlar mejor el flujo de aire.

Jagged se puso el lápiz entre los labios atrapándolo con los dientes y dejándolo apoyado contra las comisuras.

—Ahora tú —dijo y a Rose le sorprendió que se le hubiera entendido perfectamente—. Vamos a recitar el abecedario.

Con dificultad, Rose, pronunció letra por letra. Juleka sentada en el taburete del piano le alzó el pulgar en muestra de apoyo, aunque a Jagged no le había satisfecho el ejercicio y le hizo repetirlo varias veces.

—Practícalo en casa.

—Lo haré.

—Bien, ponte en pie.

Rose obedeció. Le observó mientras sacudía los hombros y movía el cuello de un lado a otro, la apuntó con las manos invitándole a hacer lo mismo. Con torpeza replicó sus movimientos y se detuvo copiando su pose.

—Ponte la mano justo al final del esternón. Quiero que respires y sientas el aire interactuando con tu diafragma, sigue su ritmo. Que el aire expanda tu abdomen y no que empuje tus hombros. Respirar así ayudará a que padezcas menos afonías.

Al principio no notó más que sus costillas contraerse y expandirse, hasta que se dio cuenta de que no estaba respirando como Jagged le había dicho, su abdomen no se hinchaba, el aire empujaba sus hombros. No respiraba correctamente, no sabía que era tan difícil respirar bien.

Continuará

Notas de la autora:
¡Hola! Tal vez lo de la respiración parezca una estupidez, pero os sorprendería los diversos motivos que hacen que respiremos mal. Y sí, una buena respiración ayuda a prevenir las afonías, aunque grites o pases muchas horas al día hablando.


Seulement des chansons d'amourWhere stories live. Discover now