27.- Lluvia

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Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.

27.- Lluvia

Hacía mucho calor, era el tipo de calor que anunciaba una tormenta de verano, pero no había ni una sola nube en el cielo. Dejó el paraguas en su sitio segura de que no llovería. Había quedado con Rose para dar un paseo y comer fuera, algo relajado para aquel día de descanso en el que no había clases de canto, porque Jagged tenía a una hermosa bebé a la que cuidar y con quien entretenerse, y sin ensayo porque la mánager quería revisar todo el material nuevo que habían preparado.

Rose la esperaba sentada en uno de los bancos de la avenida con los auriculares puesto y una sonrisa en los labios. Contuvo las ganas de correr hasta a ella y besarla en los labios porque aún no estaba segura de que no la hubieran seguido hasta allí, aparte de que antes de lanzarse definitivamente quería estar segura de que Rose seguía queriendo lo mismo que ella. Se sentó a su lado y rió cuando ella la miró sorprendida con su puntualidad. Se quitó los auriculares.

—¿Escuchabas música?

—No, Jagged me ha enviado unos vídeos con ejercicios para estos días, les estaba echando un vistazo.

—Xantal le va a robar todo el tiempo del mundo.

—¡Con lo bonita que es nadie puede enfadarse con ella por robar la atención de todo el mundo!

Era cierto. La pequeña era preciosa, podría pasarse el día entero mirándola y no se cansaría nunca. La niña se parecía mucho a Penny, le costaba encontrar algún rasgo parecido a Luka o a ella, suponía que con el tiempo y según se fuesen definiendo sus rasgos encontraría algo que les hiciera verse como hermanas. La adoraba, era el mejor regalo del mundo.

—¿A dónde vamos a ir? No me explicaste nada anoche.

—Antes de eso, ¿ves a alguien raro a mis espaldas?

Rose miró con disimulo, pero no vio a nadie. Disintió. Juleka alcanzó sus labios con decoro haciéndola reír.

—Hace mucho tiempo que no paseamos sin rumbo —declaró Juleka—. Así que no vamos a ir a ningún lugar concreto, o ¿quieres ir a algún lugar?

—Sin rumbo, me gusta.

De niñas a menudo paseaban con todas las demás por las calles de París, huyendo de los puntos de encuentro como si tuvieran algo malo, repletas de un ansia de conocer el mundo entero. Ahora sólo estaban ellas dos, siguiendo los pasos de aquellas dos adolescentes que se querían.

Entraron en una tienda de ropa y se probaron todo lo que se les ocurrió, aunque no encajase con ellas y acabaron riendo a carcajadas vestidas de colorines, para salir sin comprar absolutamente nada. Compraron unos helados que devoraron sentadas en los escalones de una parada de metro. Compartieron algunos besos esperando que los semáforos se pusieran en verde.

Rose sentía que era un día perfecto, que no podía ser más feliz con aquella relación que parecía reestablecerse con paso firme. Todo era genial hasta que un grupo de chicas se les acercaron para hablar con Juleka, piropearla, pedirle unos autógrafos y fotos. Se apartó, incómoda, sintiéndose fuera de lugar. Las veces que habían salido a la calle nunca la habían reconocido, empezaba a pensar que nunca la reconocerían y descubrir que se había equivocado le dolió un poco. Juleka las atendió con paciencia, aunque se le veía incómoda.

—Lo siento —musitó como si fuera su culpa que la hubiesen parado.

—Eres muy famosa.

—No, son fans de mi padre y me vieron en el concierto de París. Supongo que han pensado que subir fotos conmigo les darán likes, que se harán virales y que, con suerte, llegarán hasta a él.

Más allá de esa posibilidad, la habían reconocido y le habían pedido autógrafos y fotos. Por no hablar de los paparazzi que la seguían. Era, sin duda famosa.

—No debería importarte —declaró Juleka enredando su brazo con el de ella—. A mí sólo me interesa una chica, el resto me dan igual.

—¿Aunque sean preciosas?

—Aunque fuera la mismísima diosa de la belleza quien se me plantase delante.

Rose soltó una carcajada y besó su mejilla con amor. Juleka siempre la hacía sentir amada indistintamente de la situación, era feliz a su lado. Se internaron en un parque, Rose no pisaba uno desde su adolescencia, le sorprendió la poca gente que había y lo bien que se sintió al verse rodeada de árboles. Caminaron y hablaron, iba a proponerle que se sentasen en un banco cuando las primeras gotas empezaron a caer que con timidez. Intercambiaron miradas. No hubo oportunidad de decir que había que buscar refugio porque la llovizna se convirtió en una cortina de gruesas gotas que cayeron torrencialmente.

—¡No tengo paraguas! —se quejó Rose.

—Ni yo.

Se estaban calando hasta los huesos mientras la gente corría para buscar algún recoveco en el que protegerse de la repentina tormenta. La mano de Juleka tomó su muñeca, Rose se preparó para correr, sin embargo, Juleka la atrajo hacia su cuerpo, puso la mano en su cintura y se meció con suavidad. Rose rió, reajustó su pose y aceptó aquel improvisado baile bajo la lluvia. Cualquiera que las viera pensaría que habían perdido la cabeza, y tal vez, un poco la habían perdido.

—Nos estamos empapando —susurró con humor.

—No importa, quiero estar aquí. Contigo.

Bailaron y se besaron bajo la lluvia, concentradas únicamente en ellas, sabiendo que nada más importaba. En aquel parque sólo quedaban ellas dos queriéndose sin miedo y la refrescante lluvia.

Continuará

Notas de la autora:
¡Hola! Un poco de romance bajo la lluvia para hoy. Si me da tiempo a corregir subiré el de hoy en un rato.
Mañana más.


Seulement des chansons d'amourحيث تعيش القصص. اكتشف الآن