Capítulo 3

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Alessandra jugaba con Ismihan por el jardín, hablando y riendo.

─¡Padre! ─Ismihan corrió hacia el Sultan

La joven Italiana levantó su mirada y lo vio acercarse. Aquel hombre que la salvó de ese lugar en el que estaba metida.

─Su majestad.─realizó una reverencia

─¿Cómo te sientes?

─Me siento como una persona nueva.

─Alessia, Alessia, vamos.─tomo su mano y la jaló

─Con su permiso.─dijo antes de darle la espalda y caminar con la Sultana

El joven Sultan veía como ambas se alejaban poco a poco. Hace mucho que su hija no sonreía tanto.

Alessandra y la Sultana Ismihan planeaban asaltar la cocina, pero habían varios obstáculos. Por ejemplo, el cocinero que nunca abandonaba la cocina. Los Aghas y demás sirvientes.

─Quédate aquí.─susurró antes de entrar

La Hatun respiro profundo antes de ingresar a la cocina. Al entrar, su mirada se fijó en el plato lleno de dulces.

─¿Que haces tu aquí?

─Vine por un jugo de manzana para la Sultana Ismihan.

─Mmm... Muy bien.─la miro de forma sospechosa

Cuando se dió la vuelta para hacer el jugo, rápidamente agarró el plato y lo escondió detrás de su espalda.

─Ten.─le entrego el vaso de jugo

─Gracias.─le dedicó una sonrisa

Alessandra salió de la cocina con una sonrisa de victoria.

─Vámonos, rápido.─ambas salieron corriendo

Corrieron hasta llegar a los aposentos de la Italiana.

─Están ricos.─saboreo

─Estos son mis favoritos.─Ismihan tomo un trago del jugo

Alessandra camino con Melek Khalfa detrás de ella.

─¿Cómo es que sabes el camino hacia los aposentos del Sultan?─llegó a su lado

─Intuición, tal vez.─alzo sus hombros

Al llegar, le dijo a los guardias que abrieran, los cuales obedecieron luego de avisar de su presencia.

─¿Ocurre algo? ─pregunto

─Su majestad, yo solo quería agradecerle por haberme traído, nunca fui más feliz.─sonrió de forma genuina

─¿Sabes montar un caballo?─pregunto

─Sí, ¿por qué? ─ladeó su cabeza

─¿Quieres acompañarme?

─Me encantaría.

Alessandra se puso un abrigo que la Sultana Fátma le regaló. Uno color azul cielo.

─Que preparen dos caballos.─ordenó a los Aghas

─Como usted ordene.

Hacia mucho tiempo que Alessandra no montaba un caballo, extrañaba sentir esa libertad, ese aire que golpeaba su rostro con suavidad.

Una hermosa yegua fue preparada para ella, era color blanco, con manchas cafés. Mientras que para el Sultan, se le preparo un caballo color negro con manchas blancas.

Cuando ambos se subieron, un tranquilo paseo comenzó, con una amena conversación. Alessandra contaba cortos relatos sobre su antigua vida en Italia.

─¿Cuántos hermanos tiene? Yo soy hija única.─a decir verdad, a Murad le gustaba lo conversadora que era, lo hacía reír de vez en cuando

─Tuve doce hermanos, pero la mayoría murieron, así que tengo siete hermanos que están vivos.

─No entiendo cómo es que llegan a tener tantos hijos...─susurró. La miro y le dijo.─Mi madre se tardó cinco años en darme a luz.

Siguieron conversando hasta que tuvieron que volver porqué se estaba haciendo tarde.

─Ojalá volvamos a cabalgar juntos.

─Así será.─puso su mano en su mejilla y la acaricio

Alessandra entrelazó sus brazos, enganchándose a el. Para luego empezar a caminar hasta adentrarse al palacio.

─Con su permiso, volveré a mis aposentos.

─No, cenaras conmigo.─demandó

─De acuerdo.─asintio

Se dirigieron a los aposentos más grandes del palacio. Estuvieron en el balcón hasta que trajeron la cena.

─Tengo tanta hambre.─Alessandra miro con deseo la comida

─También tengo hambre.─la acompaño

En poco tiempo desapareció la comida en las bandejas, estaban satisfechos con la deliciosa comida que les habían servido.

Alessandra estaba nerviosa con la mirada del Sultan fija en ella, mirándola con una expresión que no podía descifrar.

─Ven.─sin previo aviso Murad puso a Alessandra sobre su regazo y le dió un largo beso, algo que no fue rechazado

La joven Italiana se dejó llevar por el momento y empezó a quitarse el vestido. Quedando solo en un camisón blanco. Era completamente inexperta en ese aspecto, ella no sabía nada, pero su cuerpo sí.

Inclinó su cabeza hacia atrás al sentir como su miembro entro en su interior. Murad puso sus manos en sus caderas para moverla a su ritmo.

Murad se puso de pie sin perder la conexión, la puso en la cama. El quedó encima, dando fuertes embestidas.

Alessandra se aferró a su cuello cuando sintió como ambos estaban llegando a su orgasmo. Pasaron unos minutos cuando empezó a moverse otra vez, está vez más rápido, mientras la besaba apasionadamente.

Cuatro horas pasaron cuando finalmente, se rindieron sobre la cama y se durmieron.

SOLEWhere stories live. Discover now