Capítulo 19

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CAPÍTULO 19

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CAPÍTULO 19

Murad miro con ojos expectantes a quién alguna vez gobernó el Imperio, su tío Mustafa, el loco

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Murad miro con ojos expectantes a quién alguna vez gobernó el Imperio, su tío Mustafa, el loco.

─Supe que te gustan mucho los barcos, y que deseabas llegar al muelle desde mis aposentos.─dijo

─Supongo... Que también te dijeron que le lanzó monedas de oro a los peces.─Murad asintio.─Ah... Es cierto, pero no son peces. Son mis súbditos. Hay que darles bolsas y bolsas de oro para que te sean fieles.─cogió una tiza negra y empezó a dibujar en la pared.─Es la bonita forma para que no te maten.─dejó de dibujar y respiro profundo.─Hay un dicho que dice, los súbditos miran... Las manos del Sultan.

Dejo la tiza y fue hasta Murad, y tomo su mano, alzandola un poco.

─Cuando ven que les darás algo. Son como perros, entonces aprovechan y.. ¡Ah! ─intenta morderlo para asustarlo, Murad aparta la mano y ambos echan una carcajada.─Bueno. Entonces dime, ¿que te trae por aquí, sobrino?

─Quería hablarte, solo tu puedes entenderme.─lo miro.─Después de todo, también eres un Sultan.

─Así es, es muy cierto.─sonrió momentáneamente.─Pero no tengo imperio, ni poder, ni Sultanato, ni siquiera libertad, pero aún así, soy un Sultan, sin lugar a dudas, esto es una bendición de Allah, pero también al mismo tiempo, es una maldición.

Mustafa se acercó a Murad.

─Dicen que estoy loco, no lo estoy, mi mente y mi alma se encuentran divididas como todos los demás Sultanes.─se dió la vuelta y tomo una fruta, la que partió a la mitad.─ A un lado, está Murad y al otro, está el Sultan Murad. Uno es un hombre normal como todos los demás, con miedos, tristezas, celos, incluso culpa... y amor. Cómo todo el mundo, debe dar cuenta de sus acciones. Pero su otro lado, es más grande que cualquiera en este mundo, está por encima de cualquier ser viviente, el solo le rinde cuentas a Allah.

El joven Sultan observaba cada uno de sus palabras y movimientos con suma atención.

─Es difícil llevar esas cargas, es muy pesado.

─Lo es, claro.─le dió la razón.─Pero es un deber que tengas que llevar ese peso, si no lo haces, te matarán como lo hicieron con Osmán, o perderás la cordura. Al igual que yo.─bajo un poco la cabeza

─Entonces, ¿que es lo que debo hacer? ¿Hay solución?

─Yo creo, que el secreto, es la armonía.─puso la fruta partida enfrente suyo.─¿Que lado es el que vamos a subir? Y que lado es el que vamos a bajar? Crueldad, justicia y cambio.─estrelló las dos mitades con fuerza.─De todos modos, no entiendo por qué me preguntas a mi. ¿Que puedo saber yo? Solo mira mi condición.

Mustafa dejo la fruta de lado y se sentó en su sofá.

─Actualmente, nadie me visita, ni siquiera nuestra madre Sultana viene a visitarme alguna vez, ni Dilruba. No tengo a nadie, estoy solo.─se acomodo y se acostó en el sofá.─¡Aghas, quiero avellanas! ¡Quiero avellanas! ¿Por qué no quieren escucharme?

Murad miro a su tío y luego se dió la vuelta para irse.

Camino y camino hasta llegar a sus aposentos.

─¡Aghas! ─llamo mientras se sentaba en su sofá. Cuando uno de ellos entro, dió una orden.─Traigan a la Sultana Mihrişah, que traiga a los príncipes con ella.

─Como ordene, majestad.

Pocos minutos después, las puertas se abrieron y entro su amada Mihrişah con sus dos príncipes en brazos. El se puso de pie y fue por uno de ellos.

─Estuve con mi tío Mustafa.─dijo cuando se sentaron en el sofá

─Dicen que no tiene una buena condición, nadie lo ha visitado en mucho tiempo.─habló mientras veía como su hijo Ekrem se acomodaba entre sus brazos hasta encontrar una buena posición

─Fue un Sultan durante un tiempo, cuando yo era todavía un niño pequeño, y fui a el buscando sus consejos.

─¿Que fue lo que dijo?

─Dijo que todo el peso que cargo en mis hombros, es un deber por ser el Sultan, que si no lo hacía, terminaría como mi hermano Osmán, o como el.

─Allah quiera que no pase nada malo.

─Debo tener más fortaleza, sino, van a usurpar mi trono.─dirigió su mirada a su hijo Selim

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