Capítulo 11

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CAPÍTULO 11

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CAPÍTULO 11

Azra tomó su mano tratando de tranquilizarlo

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Azra tomó su mano tratando de tranquilizarlo.

─Mi Sultan, no se culpe más, por favor.─apretó un poco su agarre

─Debí haberte protegido más.─murmuró poniendo su mano libre en su mejilla

─Aún así, estoy aquí, a su lado.─lo abrazó

─Gracias a Allah es así.─correspondió su brazo atrayendola más hacia el.─No sé que hubiera echo si no despertabas.

─Su majestad, todos lo esperan afuera.─dijo Kemankeş Paşa

─Bien.─asintio. Beso la frente de su favorita cuando el Paşa salió.─Regresa a tus aposentos, me aseguraré de que nadie te ha de ser daño, jamás.

─Mi amado Sultan.─acomodo sus ropas.─Allah lo acompañe.


Murad camino por los pasillos, hasta que llegó a las grandes puertas, dónde le pusieron su inmensa corona.

─¡Atención! Su majestad, el Sultan
Murad Khan.─Silahtar Agha lo anunció

Las puertas fueron abiertas, dejando a ver a cientos de personas haciendo una profunda reverencia. Su mirada viajo hasta llegar donde estaba su madre arrodillada sin ninguna corona, nada más que unos pendientes que usaba en ocasiones especiales.

Camino y se sentó en su trono, quedando enfrente de la Sultana Kösem.

─El día de hoy, habrá una ejecución de la que estoy seguro de que todos van a negarse, pero esto ya es una decisión tomada.─miro a su madre.─Eres acusada de intento de asesinato, múltiples fraudes, uso ilegal del dinero e intento de usurpar mi trono.

─Esas acusaciones son ciertas, majestad. Y merezco ser castigada.

─Luego de que la Sultana madre Kösem sea ejecutada, todas sus riquezas serán repartidas entre sus hijas, las Sultanas de nacimiento.

Dos verdugos la tomaron por los brazos y la pusieron su cabeza más agachada.

─Siempre serás recordado como el Sultan más cruel que haya existido.─empezó a decir.─¿Haces todo esto por una simple mujer? Ella es tan insignificante como tú, Sultan Murad, el cruel. Tan cruel que se atreve a asesinar a su propia madre que lo otorgó la vida.

─Ya fue suficiente habladuría.─alzó su mano y el verdugo alzo con sus manos una gran hacha con la que cortaría su cabeza

─Hijo mío, mi Murad.─le habló con esa voz tan maternal, que por unos pocos segundos se había arrepentido, pero recordó como su amada Azra estaba tan lastimada por su culpa.─Mi querido hijo, ojalá tuvieras la piedad de tu padre...

Murad se arrepintió. No podía, no se sentía capaz de matar a su madre, su conciencia no se lo permitía.

─Recibirás un castigo peor que la muerte.─dijo.─Te enviaré a Bursa, tendrás un sueldo miserable.

─Gracias Allah...

Se retiró del lugar, dirigiéndose a sus aposentos, pero al llegar, Azra estaba allí, al lado del escritorio.

─Quise esperarlo, pero ya debo irme.─cuando intento irse, fue detenida por Murad

─¿Que te sucede?

─Nada, su majestad.

Azra hizo una reverencia y se fue, Murad sentía que su favorita actuaba muy extraño. Al acercarse a su escritorio, vio su decreto de ejecución.

Un suspiro salió de el, sospechando que esa fuera la razón de la rara forma de actuar de Azra.





Azra acaricio el pelaje de su gata Elizabeth, tratando de calmarse a sí misma.

─¿Cómo puede ser tan cruel? ─dijo con la mirada perdida.─¿Es capaz de matar a su propia madre?

Las puertas se abrieron y la Sultana Ismihan entro.

─Azra, ¿que te sucede? ─hizo un puchero

─No me pasa nada, mi Ismihan.─extendió su mano y acaricio la mejilla de su hijastra

Ismihan Kaya se había acostumbrado a ver a Azra feliz y sonriente, pero aquel día era diferente, nadie quiso salir a jugar con ella. Su última opción era su madrastra, pero ya pudo ver que no desea salir.

─¿Puedo cargarla? ─pidió

─Con cuidado, los gatos son demasiado sensibles.─advirtió antes de dárselo

Una sonrisa se dibujo en su rostro, una sonrisa que pronto desapareció al ver la figura del Sultan entrando.

─Padre.─la niña corrió hacia el.─Azra dejo que jugará con Elizabeth.

─Hande.─la suave voz de la Hatun llamo a su criada.─Lleva a la Sultana Ismihan al jardín privado.

Hande asintio y tomo la mano de la Sultana y se la llevó.

─Azra.─intentó acercarse pero era la primera vez que era rechazado por ella

─Por favor, majestad, deseo estar sola.─le dió la espalda

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