Capítulo 18

377 45 2
                                    

CAPÍTULO 18

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

CAPÍTULO 18

2 de Enero, 1638

Después de mucho tiempo, el palacio volvía a sonreír al enterarse del nuevo embarazo de la Haseki del Sultan. Quien se dice que tenía poco más de un mes.

Mientras caminaba por los pasillos, se encontró con una mujer de cabellos castaños y ojos verdes. Al verse tan elegante, concluyó que era alguien importante. Cuando estuvo cerca de la mujer, realizó una reverencia.

─Con que tú eres la esposa de nuestro Sultan, me hablaron mucho de ti.

─Así es, mi nombre es Mihrişah, ¿cómo se llama usted?

─Mi nombre es Hanzade, Sultana Hanzade. Soy una de las hijas de la Sultana Kösem.─se presentó

─Es un gusto poder conocerla, mi Sultana. Lamento no haberla reconocido.

─No pasa nada, no paso mucho en este palacio.─dió una leve sonrisa.─Supe que estás embarazada, Allah quiera que sea otro principe.

─Mi deseo es que sea una niña, una hermosa Sultana.

─Allah te escuché, sería una Sultana tan hermosa como tú.

─Con su permiso, debo volver a mis aposentos.─se reverencio y siguió su camino









Mihrişah se puso un un hermoso vestido color morado con detalles dorados.

─Te ves hermosa.─las palabras de Murad la hicieron sonrojar

─Usted se ve muy apuesto.─sonrió levemente

Termino de acomodar sus ropas, para luego unir sus labios en un beso suave y lleno de amor.

Juntos caminaron hasta llegar al Harem, dónde el matrimonio de la Sultana Gevherhan sería celebrado.
Toda la familia real Otomana estaba presente, excepto Atike Sultan y Hanzade Sultan.

Gevherhan Sultan se había casado con Silahtar Mustafa Paşa, y por primera vez, era un matrimonio lleno de amor y bendiciones.

─Sultana Mihrişah, no puede estar aquí.─le dijo Hacı Agha.─Está celebración solo puede asistir la familia real.

─Pero, el Sultan me trajo, me dijo que lo acompañará.

─Son órdenes de la Sultana madre.─miro en dirección a la nombrada

Mihrişah asintio y bajo la cabeza para ponerse de pie. Cuando estuvo cerca de salir, Murad la alcanzó.

─¿A dónde vas? ─Murad tomo su brazo

─La Sultana madre ordeno que me fuera, mando a Hacı Agha diciendo que yo no debía estar aquí.

─No te irás si yo no lo ordeno.─beso su frente, para luego ir a dónde un Agha y enviarlo con una orden

Cuando el Agha dió el recado, Kösem miro de manera fulminante a la pareja. Se puso de pie y fue hasta ellos.

─¿Cómo puedes ordenar que me vaya en el matrimonio de mis hijas? ─reclamó molesta

─Lo mismo te digo yo, madre, ¿cómo puedes ordenar que Mihrişah se valla si yo la traje conmigo?

─Mihrişah no pertenece aquí, es una esclava.

─¿Acaso tú no lo eras? Sin embargo, mi padre te llevaba a todas partes, ¿por qué no podría hacer lo mismo con mi consorte?

Sin más argumentos, Kösem se retiró. Algo que las Sultanas no les importa demasiado, pensando que estaba enferma o algo así.

Mihrişah engancho su brazo con el de su Sultan y caminaron juntos.

─Mihrişah, Allah quiera que sea una Sultana tan hermosa como tú.─le dijo Gevherhan Sultan

─Allah la escuché, Sultana. Mi mayor deseo es tener una bella niña.─sonrió alegre.─Deseo que usted sea tan feliz como yo lo soy.

─Deseo que así sea.

La boda fue celebrada a lo grande, enviaban grandes regalos.

Cada día que pasaba y Mihrişah y Silahtar se encontraban, el armero siempre sonreía alegre, sabiendo que tenía una hermosa esposa.

─Sultana.─realizó una reverencia

─Silahtar Paşa, ¿cómo ha estado? ─ella preguntó

─Excelente, como lo he estado desde que me case con la Sultana Gevherhan.─contestó

─No es para menos, nuestra Sultana es virtuosa, tiene todo lo que se podría esperar de una mujer con gran fortaleza.

─Si me disculpa, debo hablar con su majestad.

─Bien.─asintio y siguió con su camino

Cuando llegó a sus aposentos, Meryem estaba caminado de un lado a otro, al parecer nerviosa.

─Mi Sultana.─se acercó

─¿Acaso sucedió algo? ─ladeó su cabeza

─Es que... Hande Hatun y Abdullah Agha estando en el calabozo, se suicidaron.─confesó

─Allah perdone sus pecados.─murmuró

Miro a sus mellizos, quienes dormían plácidamente en sus cunas. Selim y Ekrem eran príncipes muy tranquilos, además de que les gustaba comer.

SOLEWhere stories live. Discover now