Capitulo 50

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El llanto de la Sultana Mihrişah inundó su habitación, era incapaz de entender como el Sultan hace unos momentos parecía odiarla, y ahora, le profesa su eterno amor

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El llanto de la Sultana Mihrişah inundó su habitación, era incapaz de entender como el Sultan hace unos momentos parecía odiarla, y ahora, le profesa su eterno amor.

─¿Mamá? ─Özlem apareció

─Nergis, llévatela al jardín.─ordenó, cubriendo su rostro entre sus manos

─Mami, ¿por qué lloras? ─se acercó preocupada

─No estoy llorando, Özlem.─limpió sus lágrimas, luego enseñó su rostro.─Mamá está bien, hija.

─Vamos, Sultana.

Justo cuando Özlem abandonó los aposentos, Mihrişah siguió escondida en su dolor.





















7 de Enero, 1643

Cuando el sol se asomaba por el gran balcón de los aposentos de la Haseki Sultan, la mujer que dormía plácidamente en la cama, abrió lentamente sus ojos. Respiró profundo, con lentitud, se sentó en la orilla de esta y estuvo quieta durante un par de minutos, luego se puso de pie y camino hacia la cuna del pequeño príncipe.

─Burak, mi bebé ─murmuró, una sonrisa se asomó en su rostro al ver cómo los ojos de su hijo de seis meses se abrían lentamente.─Ya despertaste.

Lo agarró entre sus brazos y lo arrulló, cantándole una suave melodía.

─Seguro mi bebé tiene hambre.─se sentó en su sofá, y desnudó uno de sus senos, para proceder a hacer que hijo empezara a chupar su leche.─Come, crece fuerte y sano como tus hermanos.

Pocos segundos después de poner de nuevo a Burak en su cuna, cuatro criadas entraron con sus vestidos.

─Quiero el morado.─eligió, miro a Nergis y le ordeno.─Nergis, eres mi única criada, estoy agradecida de que seas tan leal. Sin embargo, quiero que traigas más criadas, una o dos.

─Como usted ordene.

Desde la muerte de Hande y Abdullah, nunca más permitió que alguien la llamara por su nombre de nacimiento. Pensaba que quién la llamara Alessia, sufría un mal destino, y no quería eso para alguien tan fiel a ella.

El vestido morado tenía escote cuadrado, recto, el vestido se ajustaba en sus curvas, y una tela del mismo color pero más transparente, colgaba en sus antebrazos.

─Se ve muy hermosa.─halagó una de las mujeres que peinaba su cabello

Las puertas fueron tocadas tres veces, Mihrişah dirigió su mirada hacia la puerta y se puso de pie al darse cuenta que ya estaba peinada, solo faltaba su corona.

─Adelante ─demandó, entrelazó sus manos sobre su vientre

─Mi Sultana.─Hacı Agha fue quien entró.─Su majestad desea que le avisé que vendrá a desayunar a su lado.

─Muy bien, Hacı.─sonrió ligeramente, miró a sus criadas y estás se fueron.─¿Has hablado con la Sultana Kösem? No te he visto en el Palacio.

─Sí, Sultana. Sin embargo, ya no quiere verme.

─¿Cuál es la razón? Estoy segura de que sabe perfectamente que eres libre de estar a su lado.

─Ya no desea verme porque le dije que le sería leal a usted.─confesó.─Una persona como ella no merece mi lealtad.

─¿Yo si merezco esa lealtad?

─Usted merece más que eso.─le dijo, se colocó derecho, quieto en su lugar.─Usted es Haseki Mihrişah Sultan, madre de los herederos al trono, y de otros siete hijos y directora del Harem.

─Me siento halagada por tus palabras.─se sentó sobre el pequeño sofá enfrente de la fogata.─No creo del todo tus palabras, es extraño que durante décadas estuviste siendo la sombra de la Sultana Kösem, y ahora, vienes a mi como si esos años no valieran nada.

─No es que no hayan valido, Sultana. La Sultana Kösem no es merecedora de la lealtad que le entregué hace años.

─Bueno, si lo que dices es cierto.─ensanchó su sonrisa.─Estaré encantada de que estés a mi lado.

Justo luego de decir aquello, las puertas se abrieron y el Sultan del mundo entró.

─Su majestad.─se levantó y realizó la debida reverencia

─Con su permiso, majestad.─Hacı abandonó la habitación, dejando a la pareja solos

─Mi sol.─se acercó y beso su frente

─Mi Sultan ─lo miró, pero no había felicidad en ello, tomó una bocanada de aire y le dijo.─El Şehzade Burak lo extraño mucho.

Mihrişah fue hacia la cuna de su hijo y observó como jugaba con sus propias manos, al ver a su padre, estiró sus brazos.

─Burak, hijo ─Murad de inmediato fue a cargarlo entre sus brazos

La Haseki observó como el Sultan cargaba a su hijo más pequeño, y sonrió levemente ante la escena frente a sus ojos. Notó como a su hijo le crecía el cabello del mismo color del Sultan.

─No sé porqué nuestros hijos se parecen tanto a usted.─murmuró

A decir verdad, solo Ekrem y Melek se parecían a ella. Algo que la alivió un poco, los otros siete niños, tenían mucho más parecido con el Sultan Murad.

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