El refugio

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Lexa caminaba con las manos en los bolsillos pensando en qué momento del día, o incluso de la semana, su cita del viernes se había torcido de tal manera que se había convertido en dirigirse junto a la nueva fiscal del juzgado a por una hamburguesa. Grasienta y con extra de salsa de bacón y queso, a petición de la misma fiscal. Desde luego era lo más lejano a lo que su mente llevaba soñando despierta sobre la cita que tenía planeada. Ni siquiera era una cita. Así que ahí estaba ella intentando encontrar el momento en el que había tenido aquel arrebato de no dejar sola a aquella chica.

Clarke llevaba desde que dejaron el Atrium, lo que hacía un total de cinco minutos, comentándole lo cambiante del tiempo en San Francisco en comparación con New York. A pesar de lo tópico de la conversación, la abogada se sorprendió escuchando atentamente aquellas idas y venidas sobre nubes, precipitaciones, abrigos, camisas, sol, frío e incluso la incidencia de la costa a la hora de que Clarke Griffin eligiera su outfit para salir a la calle. Le divertían las divagaciones y la forma de enlazar temas sin relación aparentemente existente que conseguía realizar aquella joven. Cuando llegó el turno de las rebecas de entretiempo se paró en seco obstaculizándole el paso.

-Esto, Lexa, espera - su acompañante levantó la cabeza confundida para mirarla - me estás siguiendo a mí.

-Claro, vamos a por tu hamburguesa - replicó aún confusa - grasienta y con extra de queso y salsa de bacón.

-Nuestras hamburguesas - recalcó las últimas palabras intentando buscar su reacción - pero me estás siguiendo a mí.

-¿Y qué pasa? - entonces mirando como alzaba la rubia las cejas cayó en la cuenta, abriendo exageradamente la boca - Ah, vaya. No tienes ni idea de dónde podemos ir.

-Exacto, abogada Woods - contestó apenada.

-Y llevamos andando cinco minutos sin rumbo por las calles de San Francisco - se aseguró.

-Eso es aún más exacto, letrada - dijo riendo.

-En ese caso - pensó durante unos segundos - conozco el sitio perfecto. He sido muy mala guía y eso ha sido muy desconsiderado de mi parte. Acepte mis disculpas, fiscal Griffin.

Clarke negó con la cabeza divertida observando la reverencia que le dedicaba la abogado. Cuando alzó la mirada hacia Clarke esta intuyó una mirada de malicia en su mirada que le hizo reír. Aquella Lexa era una Lexa que le caía mucho mejor que la abogada inflexible del juzgado. Era muy divertida, incluso sin ni siquiera proponérselo.

-Está bien. Puedo arreglarlo. Podemos ir en mi coche, está a 5 minutos de aquí andando.

-¿Precisamente del lugar de dónde venimos?

-Precisamente del lugar de donde venimos.

-¿He rechazado un magnífico plan para estar dando rodeos por la misma calle? - bromeó.

-Has rechazado un magnífico plan por otro mejor. Cuando pruebes las hamburguesas del sitio donde te voy a llevar vas a estar relamiéndote en el juzgado con su simple recuerdo.

-Más te gustaría, Woods - contestó golpeando su hombro contra el suyo, lo que despertó de nuevo la risa de la abogada.

Caminaron otros cinco minutos mientras Clarke volvía a retomar las riendas de la conversación. Cuando llegaron cerca de la puerta del pub donde había aparcado su atenta observación detectó dos polìcías rondando cerca de su vehículo. Ahora sí había dejado de escuchar a Clarke y bajó su mirada hacia la placa inexistente en la parte delantera de su coche. El huevo vacío donde debería haber estado le devolvía la verdadera realidad del asunto. Clarke se había detenido a su lado intentando intuir porque Lexa observaba a aquellos dos agentes del orden y llamó su atención tirando de su brazo.

Quid pro quo.Where stories live. Discover now