Pintalabios a prueba de balas.

364 55 13
                                    

Lexa Woods se alisó la falda negra mientras pulsaba el botón para encender la máquina de café de su oficina. Sus dedos teclearon rápidamente en su teléfono móvil, enviando un mensaje de wasap a Clarke: "Hoy va a ser un día largo, pero no dejo de pensar en más momentos 'camisa ancha, pelo despeinado' como buenos días".

Se encontraba de pie en su despacho de diseño contemporáneo, saboreando el café recién hecho y admirando el perfil de la ciudad a través de las grandes ventanas, pensando en Clarke, para variar. No podía evitarlo. Apenas tuvo tiempo de saborear el primer sorbo de su café cuando la puerta se abrió de golpe. No tuvo que volverse para saber de quien se trataba. Echo, con su pelo perfectamente alisado y su expresión a prueba de balas, irrumpió en la habitación como un ciclón.

-Echo, ¿alguna vez has oído hablar de llamar antes de entrar? - Lexa alzó una ceja mientras recogía algunos papeles de su escritorio.

-¿Y arriesgarme a que no me abras? No, gracias - respondió Echo, avanzando hasta el centro de la oficina- Además, sabía que estarías aquí; siempre estás aquí.

-Algunas personas encuentran su zen en la sala de yoga, yo lo encuentro entre demandas y mociones legales – contestó recordando sus buenos días con Clarke.

-Dime que no has tenido que recitarle poesía para convencer a Clarke de dejarte venir.

-Por favor, soy yo. Un par de halagos bien colocados y una justificación lógica, y aquí me tienes.

-Ya... así que fue cursi. Y mejor de lo previsto por tu cara de felicidad.

-Tal vez me conoces demasiado bien.

-O tal vez, te conozco demasiado bien - Echo sacó una carpeta de su bolso y la lanzó sobre el escritorio de Lexa -Hablando de mociones... ¿Te importaría si tomamos un minuto para hablar sobre cómo vamos a derrocar a unos cuantos titanes corporativos? Ahí lo tienes todo. Ya puedes empezar a pensar en modo 'momentos gano juicios, derroto villanos'.

Lexa abrió la carpeta y su sonrisa se desvaneció. Su semblante se volvía más serio a medida que pasa las páginas.

-Bellamy ha sido bastante eficiente. Hay registros bancarios, llamadas y fotos que conectan a personas bastante arriba de la cadena alimentaria.

-Esto es... esto va más allá de cualquier cosa que haya visto antes. Esto podría derribar carreras, Echo, hasta gobiernos enteros.

-¿Sabes lo que significa, verdad? Esto va más allá de nosotras, de este bufette e incluso de Clarke. Lex, estamos hablando de nombres que no quiero ni pronunciar en voz alta y está todo ahí. Puedes encerrarlos con todo esto y eso significa que estamos en terreno peligroso. Incluso para nosotras.

Lexa se masajeó sus sienes, pensativa. Su cerebro ya trabajaba a toda velocidad ideando un plan de acción. Suspiró, cerrando la carpeta pero dejando una mano sobre ella, como si así pudiera sellar la gravedad de su contenido.

-Exactamente por eso estoy aquí, en tu guarida  de lujo - dijo Echo, señalando con la cabeza la oficina de Lexa - ¿Vas a hablar con Clarke?

-Echo, Clarke es esencial para esto y creo que tiene que saberlo.

-Estoy de acuerdo, pero ten cuidado, Lex. Si le cuentas esto a Clarke, ya no hay vuelta atrás. Y dada tu situación personal con ella, tengo que preguntártelo, ¿estás segura de que quieres hacerlo?

Lexa sopesó las palabras de Echo. Tenía razón. Echo siempre la tenía. Compartir la información con Clarke la involucraría en algo potencialmente peligroso, además de romperle el corazón.

-"Situación personal" suena a que hemos abierto una cuenta conjunta o algo así. Y sí, estoy segura de que Clarke debe saberlo. No sólo porque es brillante y su aportación será invaluable, o porque sea la fiscal del caso, sino porque... confío en ella. Y ella confía en mí. Su padre está implicado, y de alguna manera, tiene que saberlo.

Quid pro quo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora