Miguitas de pan.

284 39 7
                                    

Clarke se apoyó silenciosamente en el marco de la puerta, observando a Lexa sumergida en su trabajo. La habitación estaba iluminada completamente por la luz de la oficina, dado que había anochecido hacía rato. Lo que estaba empezando a sentir por Lexa le hacía latir el corazón con una intensidad abrumadora. La mesa de Lexa, un caos ordenado de notas y textos, era un reflejo de su mente brillante. Clarke se maravillaba de cómo, incluso en medio de la complejidad y el caos de aquel despacho, Lexa irradiaba una calma y una claridad que la hacían sentirse siempre segura a su lado.

Impulsada por ese sentimiento de admiración, Clarke entró en la habitación y se acercó a Lexa por detrás. Rodeó los hombros de Lexa con sus brazos, inclinándose para depositar un beso en la comisura de sus labios.

—Estás preciosa cuando te concentras así.

Lexa sonrió, sin apartar la vista de sus papeles.

—¿Solo cuando me concentro?

—Bueno, especialmente entonces. Pero, siendo justas, eres preciosa siempre — respondió Clarke, abrazándola más fuerte contra ella.

—¿Siempre? Incluso cuando me despierto con el cabello lleno de nudos? — Lexa giró su silla para mirar a Clarke de frente.

—Especialmente entonces. Es mi momento favorito del día, letrada.

Lexa rió suavemente con una sonrisa que iluminaba sus ojos.

—Eres terriblemente parcial, fiscal Griffin.

—Y tú increíblemente modesta, abogada Woods. — Clarke se inclinó para darle otro beso, esta vez en la frente. Lexa dejó escapar una risa suave.

— ¿Qué tal mi cara de 'estoy resolviendo un caso legal imposible'? ¿También es preciosa?

—Absolutamente cautivadora — bromeó Clarke, apoyando la barbilla en el hombro de Lexa.

—Entonces, ¿mi 'cara de concentración' tiene competencia con mi 'cara recién despierta''?

—A tu favor diré que es una competencia reñida...pero tu 'cara recién despierta' tiene una ventaja injusta. Es mi despertador favorito — respondió Clarke, guiñando un ojo y sentándose esta vez encima de Lexa. La abogada entrelazó sus dedos con los de Clarke.

—¿Y cómo va tu día, fiscal Griffin? ¿Algún avance en el juzgado?

—El típico día en la vida de una fiscal. Tratando de hacer justicia mientras sueño despierta con mi abogada favorita.

—Me encanta ser tu distracción, Griffin — Lexa le devolvió el guiño.

—La mejor distracción. 

—Clarke, he estado pensando...

—Eso suena demasiado serio, Woods.

—Verás...—Clarke notó como a Lexa le costaba continuar—Sobre tu padre... ¿Crees realmente en su inocencia?

Clarke se detuvo un momento, su mirada se oscureció ligeramente, pero consiguió mantener su compostura.

—Lex, sabes que lo que yo piense es lo de menos, menos aún en mi posición.

—Pero eso no significa que no tengas una opinión, ¿no? — insistió Lexa.

—La verdad es que evito pensar en ello, Lex. No quiero dar ningún argumento que pueda ser usado en su contra o a su favor.

—Quizás deberiais hablar, Clarke. Podría ayudarte a...

Clarke la interrumpió con una suavidad firme, pero con una determinación clara.

Quid pro quo.Where stories live. Discover now