Una Ravenclaw y una Gryffindor.

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Clarke se apoyó con suavidad contra la puerta de la oficina, la sombra de Octavia la ocultaba a la vista de cualquiera que mirara en esa dirección. Las voces de su amiga y Echo llenaban la sala, con una tensión que era imposible de ignorar.

—Echo, no es el momento —le dijo Octavia con voz exasperada—. Lexa no es de las que falta al trabajo sin motivo, así que tienes que admitir que es extraño que hoy de todos los días...

—¡Eso es justo lo que estoy diciendo! —interrumpió Echo con una mezcla de sarcasmo e irritación—. La perfecta Lexa Woods, que lleva años sin faltar un solo día, decide tomarse un día libre justo ahora. Bravo por su sentido de la oportunidad.

Clarke contuvo una risa al imaginar la expresión de Echo. Octavia suspiró, sabía que la fiscal se sentía como si estuviera mediando entre dos niños en plena pelea por un juguete.

—Las dos necesitáis calmaros. Esta tensión no está ayudando a nadie.

—No, lo que no ayuda es tener a una socia que desaparece sin decir nada en medio de todo este caos —replicó Echo con amargura.

—Echo, no puedes seguir con esto. Tal vez tuvo una emergencia o algo.

Echo dejó escapar una carcajada corta, amarga.

—¿Una emergencia? ¿Lexa Woods? ¿La reina de la puntualidad y la responsabilidad?

—–Quizás recibió su carta de Hogwarts y pensó que ser bruja era más divertido que abogada.

Escuchó la risa de Octavia, tratando de calmar la situación, e intentando razonar con ella.

—Escucha, Williams, estoy segura de que si Lexa no vino es por algún tipo de razón válida, la estás acusando sin saber.

La respuesta de Echo fue rápida y cortante.

—Por supuesto que lo hago. Es Lexa. La misma que se esconde y huye cuando las cosas se ponen difíciles.

—Echo, deberías darle el beneficio de la duda. ¿Desde cuándo eres así de cínica?

—Desde que se fue anoche. Desde que empezó a esconderse de todo y de todos. Desde que me dejó aquí, lidiando con todo esto sola. Desde que no puede decir en voz alta que conocer a Clarke ha sido lo mejor que le ha pasado en mucho tiempo. Desde que permite que Adrienne Laurent controle su vida y sabotee lo que siente por Clarke.

—Echo, Lexa y tú habéis pasado por muchas juntas, pero también sabes que Lexa tiene sus propias batallas. No es justo que la juzgues por un día.

—No puedes simplemente desaparecer y esperar que todo esté bien cuando regreses.

—Echo, sólo fue un día. No puedes esperar que todos se amolden a tu ritmo.

—¿Sabes cuál es el problema con Lexa? Sabes a lo que me refiero. Es el principio de la diversificación: no pones todos tus activos emocionales en una sola acción.

—¿Así que ahora Lexa es una acción? —Octavia sonrió, tratando de aligerar aquella discusión—. ¿Qué pasa si te digo que las acciones, en algún momento, se revalorizan?

Echo suspiró dramáticamente.

—Si Lexa fuera una acción, estaría en constante caída libre.

Octavia se rió.

—Vale, vale, Einstein de las finanzas. Mira, entiendo que estés dolida, pero a veces hay que diversificar nuestras expectativas, ¿sabes? No puedes esperar un retorno de inversión del 100% todo el tiempo.

—¿Sabías que el noventa y ocho por ciento de los conflictos podrían resolverse con una simple conversación? —comentó Echo con ese tono que solía usar cuando hablaba de finanzas.

Quid pro quo.Where stories live. Discover now