Ni el maldito Matt Murdock.

323 43 7
                                    


Clarke caminaba sonriendo cómplice a Lexa tras pasar la noche juntas. Comenzaron a andar hacia el juzgado pensando que su complicidad era algo de otra realidad, como si compartieran un secreto que el resto del mundo no pudiera entender. La fiscal giró sobre sí misma en un movimiento casi danzarín mirando directamente a los ojos a Lexa, pero sin dejar de andar.

—¿Un fin de semana en la playa? ¿O solo es otra excusa para perder el tiempo?

—Quizás solo quiero enseñarte cómo construir el mejor castillo de arena.

—A la playa, entonces—murmuró Lexa, su tono era ese que Clarke había aprendido a identificar como "medio en serio, medio en broma"— Espera ¿es una de esas ideas impulsivas tuyas de las 3 de la mañana? ¿O es que solo te mueres por volver a verme en bikini?

—¿Y qué pasa si es así? Sabes que mis ideas nocturna son las mejores — Clarke se inclinó, acercándose al oído de Lexa —O quizás solo quiero que de verdad construyamos un castillo de arena juntas.

Lexa sonrió con una sonrisa traviesa.

—Me imagino que tendrás planes detallados para este castillo, ¿no?

Clarke se rió entre dientes.

—Pues claro, lo tengo todo pensado. Torres, fosos, quizás incluso una pequeña mazmorra para prisioneros desobedientes.

—¿Prisioneros desobedientes? ¿Te refieres a mí? — Lexa fingió sorpresa mientras alzaba una ceja, provocándola. Clarke se detuvo y jugueteó con un mechón de cabello de la abogada.

—Bueno, eso depende. ¿Vas a ser una buena chica?

—¿Dónde estaría entonces la diversión? — Lexa parpadeó con picardía, haciendo que Clarke se riera aún más. Cada vez que Lexa decía algo, Clarke sentía esa especie de "sismo" en el pecho, como cuando ponían su canción favorita a todo volumen y sentían el suelo vibrar. Cuanto más se acercaban al juzgado, más se iba tensionando su atmósfera, pero las dos mujeres se mantenían en su burbuja de bromas y risas.

—Me apuesto a que puedo hacer que te sonrojes antes de entrar.

—¿En serio? ¿Así que crees que puedes conmigo? Prueba -Clarke levantó una ceja, escéptica.

Lexa frenó su paso ligeramente, haciendo que Clarke hiciera lo mismo, mirándola con una sonrisa ladeada, una que Clarke había aprendido a reconocer. Era la sonrisa de Lexa cuando tenía algo interesante en mente.

—Dime, Clarke —comenzó Lexa, una chispa de picardía en sus ojos verdes—, si pudieras estar en cualquier lugar, en cualquier momento, haciendo cualquier cosa... ¿dónde estarías?

Clarke, sintiendo la trampa en la voz de Lexa, jugueteó con la idea.

—Pues en la playa, ya te lo he dicho. Al atardecer y con el sonido del mar de fondo.

—¿Solo en una playa? Me vas a decir que no tienes fantasías más... ¿atrevidas?

—Buen intento, pero no me vas a hacer caer tan fácilmente -Clarke se rió, mordiéndose el labio para contener la sonrisa, pero Lexa no se dio por vencida. Nunca lo hacía.

—Vamos, Clarke. Seguro que tienes sueños despierta, imaginando escenarios más tentadores conmigo. Yo lo hago. Por ejemplo, ya que hablamos de castillos y mazmorras, ¿te has imaginado alguna vez atada a mi cama?

Clarke parpadeó, tratando de procesar la insinuación de Lexa. Miró alrededor, consciente de que quedaba poco para llegar al juzgado, pero eso solo hacía que la proposición de Lexa fuese aún más provocadora.

Quid pro quo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora