Estación Clarke FM.

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Lexa intentaba resolver con su mente analítica el problema que se cernía en aquella habitación. Hacía escasos instantes se encontraba a punto del éxtasis más absoluto y ahora un elemento claramente masculino, que se identificaba con el nombre de Bellamy y sostenía a su rubia en brazos, se había introducido en la ecuación. Y seguía sin ser un hacha en matemáticas, pero aquel nuevo elemento en su ecuación sabía que no debería estar allí. Y aquella operación le estaba quedando ridículamente mal.

Observó como el señor sobrante de su ecuación sostenía a Clarke abrazándola más cerca de la cuenta y era ella la que hacía unos segundos estaba a punto de introducirse en la ropa interior de la fiscal. La mente de Lexa comenzó a girar a mil por hora. "Esto es una especie de karma por todos esos años ignorando las clases de álgebra y estadística de Echo", pensó. Si hubiera prestado más atención, tal vez podría resolver esta ecuación un poco mejor. ¿Quién necesita una incógnita como Bellamy en medio de un momento tan perfecto? Clarke y Bellamy seguían hablando, y Lexa jugaba con una mechón de su cabello, tratando de parecer indiferente. Aunque, por dentro, estaba a punto de tirar la maldita tabla periódica completa sobre Bellamy.

Mientras Lexa trataba de reajustar su cerebro lógico y enfocado para procesar la interrupción masculina que se presentaba ante ella, y con un aire de triunfo que la abogada juraría que no había visto jamás, y eso que había presenciado muchas celebraciones de victorias en juzgados, Bellamy se acercó aún más a Clarke como si llevase consigo la solución al último teorema de Fermat.

-¡Clarke, lo tenemos! ¡Finalmente lo tenemos! - exclamó y se pavoneó, haciendo como si ella fuera invisible, o peor aún, un error de cálculo en su ecuación de la vida.

El desconcierto de Lexa se profundizó cuando vio la mirada de preocupación en los ojos de Clarke.

-¡Dios mío, Bellamy! ¿Qué te ha pasado? ¿Estás bien?  - preguntó Clarke, su voz temblaba con una mezcla de sorpresa y preocupación ante el ojo morado y el corte que presentaba el agente en el labio.

"¿De verdad? ¿Ese rasguño?", se burló mentalmente Lexa, pero guardó el comentario para sí misma. Esa preocupación fue como sumar un 2 + 2 en la mente de Lexa: totalmente esperado. Bellamy, con una sonrisa que le decía a Lexa que claramente disfrutaba con ese momento de atención, restó importancia al asunto.

-Sólo son rasguños - dijo, antes de agitar un paquete de documentos ante Clarke como si fuera un trofeo, separando al fin los brazos de la cintura de la joven. Lexa resopló interiormente. Siempre el héroe. Claro.

-Pero, Bell, ¿estás bien? No tiene buena pinta.

El coqueteo que vino a continuación fue lo que realmente hizo que las cejas de Lexa se dispararan hacia su línea del cabello.

-Para ti, siempre - murmuró Bellamy, acercándose a Clarke de una manera que Lexa encontró demasiado incómoda, por decir algo - Sabes que haría cualquier cosa por ver esa sonrisa.

"¡Suficiente!", pensó Lexa. No iba a ser una mera espectadora en este teatro de absurdos, con ese flujo de testosteronas en su ambiente idílicamente femenino.

-¿Y eso incluye ignorar a las otras personas en la habitación? – preguntó con sarcasmo.

Bellamy la miró, haciendo una pausa dramática que a Lexa le pareció innecesariamente larga.

-Ah, Lexa, no te he visto. Estaba un poco ocupado tratando de hacer el trabajo que nos corresponde. Conseguí toda la información que necesitamos para exponer a esa banda de criminales. Y como puedes ver - señaló su ojo morado y el labio ensangrentado con una sonrisa - no fue fácil.

Las chispas volaban y no precisamente el tipo de chispas que habían encendido su cuerpo hacía relativamente poco. Lexa se sintió un tanto desplazada por el evidente historial entre Clarke y Bellamy, pero estaba decidida a no dejarse intimidar. Él era el pasado y ella era el presente. Esa ecuación sí tenía una solución que le convenía.

Quid pro quo.Where stories live. Discover now