Capítulo 6

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...donde están toda aquellas ilusiones que ahora mismo están muertas. Estoy buscando a mis preguntas una sola respuesta. Porque me duele mi pecho, el aire siento me falta en esta tormenta...

🪐

- ¡Gala! -me agarró del brazo deteniéndome en medio de la calle.

Me quedé quieta, me zafé de su agarre y me separé un poco. La oscuridad de la noche nos embriagó, el frío cada vez era más notorio, pero debido a la adrenalina que mi cuerpo experimentó aquella noche poco a poco me fui acostumbrando a él. Saqué el cacao del bolso y me apliqué un poco sobre los labios al sentir como por el frío se estaban secando. Las calles seguían mojadas, el cielo seguía nublado, pero por lo pronto no amenazaba con llover. Perdí la noción del tiempo, no sabía que hora era, pero sí tuve claro que mi estancia en el cumpleaños de Javi había sido más que suficiente. Necesitaba airearme, respirar tranquila y combatir todo lo que llevaba por dentro. Estaba esperando la primera consulta con la psicóloga, meses atrás me di cuenta de que no estaba bien y que con mi actitud estaba echando todo a perder. No tenía ganas de nada, había noches que apenas conseguía conciliar el sueño y me las pasaba llorando, sentía un agotamiento extremo y falta de atención en todos los aspectos de mi vida. Me di cuenta de que algo no iba bien dentro de mí, pero no llevaba bien años y poco a poco me fui consumiendo sin que nadie se diera cuenta. Quizás mi ruptura con Eric me marcó tanto que tras haber superado el shock postraumático sentí que no era yo la que controlaba mi vida. Estuve tanto tiempo buscando la felicidad que me olvidé de que la que se había perdido era yo.

- Si quieres vuelve a la fiesta, pero yo me voy. Tengo sueño y quiero descansar -le miré abatida, no tenía ganas de discutir.

Nos tiramos todo el camino hasta su casa discutiendo, él perdiendo los nervios y yo aumentando su desesperación con mis actitudes infantiles. No tenía que soportarme, entendía que me mandase a la mierda cada dos por tres, entendí todo lo que él hizo aquella noche, pero no quise darle la razón. Quizás fue el orgullo que no me dejaba mostrarme vulnerable o quizás fue el ego que me impidió darle la razón aun sabiendo que en aquella batalla yo estaba perdiendo.

- Quédate en mi casa -me pidió -. No conoces Madrid, es muy tarde y no deberías andar sola por la calle.

- No sé -aparté la mirada sintiendo un vacío en mi interior, sentí que me faltaba la respiración.

Me llevé la mano al pecho sintiendo como las pulsaciones se aceleraban, mi corazón comenzó a latir más rápido, me faltaba el aire y comencé a hiperventilar. Sentí una presión en el pecho y todo sobre mí comenzó a dar vueltas. Misho me agarró impidiendo que me cayera al suelo, me estaba dando un ataque de ansiedad en mitad de la calle. Durante los últimos meses esos ataques se volvieron frecuentes en mi vida, hice la vista gorda y no les di importancia, pero conforme pasaba el tiempo cada vez se incrementaban más. No se lo dije a nadie, nunca me gustó preocupar a la gente de mi alrededor y ese fue mi gran fallo.

- Me está dando un ataque de ansiedad -murmuré -. Pero tranquilo que enseguida se me pasa.

-Por favor, hazme el favor de subir a mi casa -sus ojos me miraron con rabia y yo finalmente cedí.

-Está bien -suspiré.

Apenas podía sostenerme en pie, todo me daba vueltas, la sensación de desmayo me angustió. Nunca antes la había vivido en un ataque de ansiedad. Cerré los ojos durante unos segundos, en busca de paz, pero todo se incrementó.

Entramos en su piso y me dejó en el sofá mientras iba a buscar un poco de agua. Cogí aire poco a poco tratando de que mi respiración fuera regular. Me abaniqué con las manos sintiendo el sudor resbalar por mi frente. Estaba completamente abatida, llevaba una presión dentro que no me dejaba vivir y explotó en el peor de los momentos. Nunca supe controlar mis emociones, las dejé a un lado olvidadas.

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