Capítulo 26

636 53 13
                                    

...Tú eres lo que queda cuando no hay más nada. Sostienes mis pilares, mis sueños, mis balas. Tú eres una salvación, bendita salvación. Tengo miedo que no me deja ni dormir, miedo que me quita las  ganas de vivir...

🪐

MISHO

— ¿Estás bien? —Beatriz acudió corriendo hacia donde me encontraba, asentí con la cabeza haciéndole ver que yo apenas había sufrido daños.

— Estoy bien —sonreí algo forzado —. Gala...

Se me hizo un nudo en la garganta al revivir en mi mente ese momento. Sentí el impacto en la parte trasera del coche, ella perdió el control y dimos dos vueltas acabando sobre el otro carril. Por suerte a mí no me pasó nada, pero ella perdió el conocimiento. Me agobié muchísimo porque en ese momento no supe que hacer. Me bajé del coche y llamé a emergencias, mientras insultaba al gilipollas que nos había dado. Era joven, de mi edad más o menos, iba borracho y encima tuvo el valor de vacilarme. Por suerte la ambulancia llegó pronto y nos llevaron al hospital, avisé a su madre, la cual no tardó en acudir, presa del pánico. Aunque por suerte todo estaba bajo control.

— Ha perdido el conocimiento, le están haciendo una radiografía, por lo visto se ha roto algo, no me han querido decir el que —me acomodé en la silla.

A pesar de estar bien, me dolía hasta el alma. Sentía que tenía moratones por todo el cuerpo y la cabeza estaba a punto de estallarme.

— Mi niña —obligué a mi suegra a sentarse a mi lado e intenté calmarla.

— Siento mucho lo de la cena —me disculpé sin motivo. A Beatriz le hacía mucha ilusión pasar la nochebuena con nosotros y por aquellas circunstancias no pudo ser.

— La cena es lo de menos, lo importante es que vosotros estéis bien —me acarició la mejilla y le dediqué una sonrisa.

Estela y Biel no tardaron en llegar, se sentaron al lado de su madre y yo aproveché para ir a por unos cafés para ellos. Necesitaba caminar un poco y mantener la mente ocupada, pensar en cómo estaba ella me producía ansiedad. Todo pasó muy rápido, no fui consciente hasta segundos más tarde, cuando la vi inconsciente el mundo se paralizó. No nos ayudaban, nadie nos decía nada, me agobié tontamente, pero es que necesitaba que me dijeran algo, daba igual si era bueno o malo, pero necesitaba saber como estaba. Aquella incertidumbre me provocó una angustia espantosa, sabía que estaba bien, dentro de todo lo malo ella estaba estable, pero en cuanto comentaron que igual la entraban a quirófano todo dejó de tener sentido en mi cabeza.

Fui directamente a la cafetería del hospital, era tarde, quizás las ocho y media, ya había anochecido y para ser el día que era, el hospital estaba bastante colapsado. Pedí tres cafés, a mí no me entraba nada en el cuerpo, la ansiedad me quitó el hambre y la sed. Volví a la sala de espera y vi a Beatriz hablando con una de las enfermeras. Aceleré el paso y caminé hasta donde ellas se encontraban.

— Vale, muchas gracias —la madre de Gala asintió con la cabeza, su expresión facial no me dio buenas esperanzas. La sonrisa se esfumó de su rostro en cuestión de segundos —. Siéntate, por favor —me pidió de forma seria.

Le di el café y la miré a los ojos esperando a que hablara. Fueron segundos lo que tardó en abrir la boca, pero en aquel momento se hizo eterno.

Cúrame ▪︎ MISHO AMOLIWhere stories live. Discover now