Capítulo 11

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...Me olvidé de que tú eras la única que me entiende y no me codifica...

🪐

- ¿Te has liado con él? -Estela se sentó delante de mí, sacándome por completo del trance.

- No -mentí y seguí corrigiendo mientras trataba de disimular.

- Gala -me incriminó -, a mí no me mientes.

- Sí, me he liado con él y dos veces -confesé para que se callara.

Rodeé el número con un círculo y pasé al siguiente. Estaba a punto de terminar de corregir los exámenes finales de los de cuarto de la ESO y eso suponía una liberación brutal. Las vacaciones estaban a la vuelta de la esquina y solo soñaba con que llegara el momento de disfrutar sin tener que estar constantemente centrada en el trabajo.

- Tía, este examen no está para un cinco -le quité el examen a Estela y resoplé -. Pero tía si está todo lleno de correcciones.

- No quiero suspender a nadie -dije con indiferencia -. No les voy a putear, es el examen que más cuenta, lo siento, pero he sido estudiante, he pasado por ahí y sé lo que se siente. Créeme que si le pongo un cinco es porque se lo merece -Estela frunció el ceño y se cruzó de brazos.

Decidí ignorarla y seguí a lo mío, con suerte Aina no tardaría en llegar y se irían las dos de tardeo y posteriormente de fiesta dejándome sola y tranquila, esperando a que Misho llegara. Necesitaba unos momentos para mí y aunque poco a poco empecé a sentir que todo estaba volviendo a ser como antes, todavía faltaba mucho camino y sobre todo, dejar atrás aquella etapa de ansiedad y depresión que me hizo cambiar completamente mi forma de ser.

- ¿Tú estás feliz? -me preguntó impaciente.

- ¿Si contesto te vas a callar? -levanté la mirada por encima de las gafas, mi hermana asintió haciéndose la buena.

- Ahora mismo, sí. No lo estoy forzando, me estoy dejando llevar y me siento muy bien -confesé -. Solo tenía que encontrarme.

- Me alegro -sonrió. El timbre sonó, hice el amago de levantarme, pero ya se encargó ella de correr hasta la puerta -. El Vikingo -medio alzó la voz -. ¿Será él?

- No creo -fruncí el ceño al comprobar que no eran más de las seis de la tarde.

Leí el examen, o más bien lo intenté, la risa de mi hermana me desconcentró. Dejé el boli rojo sobre la mesa y me levanté para ver que estaba pasando. Entré en casa y vi a Misho incómodo ante las preguntas de mi hermana. Me crucé de brazos y disfruté de aquel momento. Estela tenía la costumbre de interrogar a cada hombre que se me acercaba a menos de dos metros, no quería verme sufrir y con tal de tener mi aprobación, les hacía preguntas absurdas que en ocasiones era prácticamente imposible responder.

- Déjalo -dije acercándome -. Estela, mi hermana -la presenté oficialmente.

Misho le dio dos besos, la emoción de Estela me dio dolor de cabeza. Mira que yo era intensa y pedante, pero ella sobrepasaba todos los límites. La agarré del brazo con la intención de echarla del piso por unas horas.

- Vete -le susurré -, por favor.

- Con una condición -me sonrió de aquella forma tan malévola, coloqué los brazos en jarra y la miré esperando a que hablara -. ¿Qué me cuentes todo? -con la mirada me señaló a Misho, rodé los ojos y la empujé hasta la puerta -. Gala-Me miró con ojitos de corderito, aquellos que con él paso del tiempo ya no me ablandaban.

- Ni lo intentes -negué con rotundidad -. Lo que pase entre él y yo se queda entre él y yo.

- Soy tu hermana -insistió.

Cúrame ▪︎ MISHO AMOLIWhere stories live. Discover now