Capítulo 3

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...Supuse que ya no querrías saber más na de to' lo nuestro, supuse que no importaría que no hiciera más nunca más lo correcto por eso ni contesto
porque hiciste dejarme la piel

...

dijimos que pa' to' la vida, dijimos que en lo malo y bueno. Dijimos y to lo que dijimos se quedó en cosas que nunca ocurrieron...

🪐

- Que sepas que esto no me hace ni puta gracia -miré a mi hermano antes de salir del ascensor con todas sus maletas -. Debo de haber sido una persona horrible en otra vida -dramaticé.

- No seas dramas Gal, mamá quiere tenerme vigilado. Solo es un mes hasta que vuelva a Villarreal -Biel sacó las últimas cajas del ascensor.

- ¿Un mes? Ojalá fuera un mes. Te voy a tener que soportar los otros tres años de carrera. Mamá no se fía de ti, te acaban de echar del piso. ¡¿Tú lo ves normal?! -grité perdiendo los papeles.

- Bueno, tranquilita. No me grites que pareces mamá. Con una bronca ya tengo bastante -se apoyó en la pared y yo suspiré.

Saqué las llaves del bolsillo trasero de los pantalones y abrí la puerta del piso. Con su ayuda metí todo dentro y le dejé a él solo para que se organizará. Biel se mudó en septiembre con un amigo a Barcelona. Empezó la carrera y aunque estuviera viviendo en la misma ciudad que yo, apenas lo veía. Él hacía su vida y yo la mía, de vez en cuando algún fin de semana quedábamos, sobre todo cuando Estela subía. Pero todo cambió cuando lo echaron del piso, a él y a su amigo. Mi madre se cabreó tanto que la única opción viable que contempló fue metérmelo en casa. Tenía espacio suficiente, vivía en un ático y por suerte era bastante grande. Mi gran inconveniente fue que no me gustaba compartir piso, vivía muy bien sola y la convivencia se me hacía cuesta arriba.

- ¿Qué hay de cenar? -preguntó él desde su habitación.

- Lo que te hagas, yo he quedado -dije con desgana dejándome caer en el sofá.

- ¿No vas a cenar con tu hermano el día de tu cumpleaños? -se hizo el ofendido.

- ¿Quieres venir? -me giré para mirarlo, Biel arrugó la nariz y negó con la cabeza -. Entonces, ¿para qué preguntas?

- Para hacerte sentirte mal -se burló.

- Tranquilo, estoy curada de espanto -agarré la carpeta que había sobre la mesa y la abrí para darles el visto bueno a los dibujos.

Un mes antes Misho me pidió que le dibujara algo especial para tatuarse, quería tener a su amigo presente y aunque al principio me negué, finalmente acepté. Tardé demasiado porque apenas tenía tiempo y apenas lo veía. Se podría decir que nos llevábamos bien, pero tampoco era una relación más allá de cuatro palabras mal dichas. Nos saludábamos y poco más.

Miré los bocetos esperando una señal que me hiciera levantarme del sofá e ir a tocarle la puerta. Sabía que estaba aquí, antes de irme al instituto lo escuché hablar con Javi. Cada vez venía más, cada semana estaba aquí y a mí eso me alteró un poco. Me acostumbré a estar sin él, fue más fácil pasar página porque él no estaba presente.

Sé a ciencia cierta que si Misho hubiera estado aquí, jamás habría dado el paso con Álvaro. Lo había superado, o al menos eso me gustaba pensar, pero cuando lo volví a ver sentí que mi corazón contradijo a la razón. Al mirarlo a los ojos todo volvió y me paralicé por unos segundos recordando todos los momentos buenos que pasamos juntos. Lo malo apenas me afectaba, nunca fui de guardar rencor a las personas, me costaba, pero una vez que olvidaba todo me era indiferente. Con él fue extraño porque aunque no pudiera olvidarlo del todo aprendí a vivir con su recuerdo como una persona que me ayudó cuando más falta me hacía.

Cúrame ▪︎ MISHO AMOLIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora