Cúrame ▪︎ MISHO AMOLI

Capítulo 24

...'Cause it's not just a figure of speech, you got me down on my knees. It's getting harder to breathe out. We only met each other just the other day, but you already got me feeling some type of way. Now if I could figure it out. I'd take you back to my house so we could meddle about...

🪐

Misho se quitó las gafas de sol al entrar en el tanatorio. Su mirada azul buscó entre la multitud a Gala y no tardó en encontrarla. Fue como si hubiera un hilo invisible que los estuviera conectando, daba igual todo, él siempre la acababa encontrando. Sentada sobre uno de los sofás de cuero qué decoraban una de las salas de espera, consolaba a su madre la cual era el vivo reflejo de la pena. Beatriz lloraba con amargura, el llanto aquel no le pasó desapercibido. El dolor tan desgarrador que se palpaba en el ambiente estaba presente en cada una de las personas que estaban allí, en todas menos en ella, en Gala. Misho se quedó quieto, parado en la puerta observándola. Ella tenía la mirada perdida en el suelo, apretaba los labios callando todo lo que deseaban decir. En su mirada no había rastro de pena, ni siquiera se la veía afectada, ella era pura rabia y ante todos la única mente serena en un momento de debilidad.

El búlgaro, incómodo, salió a la calle y se apoyó sobre la pared esperando a que sus amigos le dieran el pésame a Gala. Verla tan ausente, verla no sentir nada ante un momento así le hizo pensar muchas cosas, pero sobre todo quiso mantener las distancias. La última vez que la vio ella le dejó muy claro que no quería volver a verlo y él lo comprendió. Y aunque le dijo que necesitaba un tiempo, lo cierto fue que los segundos se hacían eternos si ella no estaba a su lado.

No oficializaron la relación, para ellos no fue necesario formalizarlo, no quisieron ponerse ninguna etiqueta y quizás fue lo que les condicionó. La puerta se abrió y Javi y Nil salieron, pero los ojos del búlgaro fueron directos a ella que salía justo detrás. Agarrada de la mano de su hermana Estela, su mirada seguía ida. Sus amigos caminamos hacia el otro lado de la calle, donde se encontraban Nora y Aina. Misho volvió a fijar su mirada en ella, la cual le acababa de coger un cigarro a su hermana.

- ¿Se lo habéis dicho a Biel? -Gala se encendió el cigarro mientras observaba a su hermana con determinación.

- Supongo que sí, según mamá iban a ser los iaios los encargados de decírselo -Estela se apoyó en el hombre de su hermana y esta la abrazó -. Era un imbécil, pero tampoco merecía morir.

- Su destino ya estaba escrito, todo pasa por algo -murmuró la mayor de las hermanas.

Misho se aclaró la voz, hizo el amago de caminar hasta ella, pero Nil le sorprendió. Aunque sus ojos fueron directos al chico alto qué se acercaba a ellas.

- ¿Quién es ese? -preguntó él búlgaro con desprecio al ver como Gala lo abrazaba.

- Pau Torres -afirmó Nil -, son amigos de toda la vida. Es el novio o el ex novio de Catalina, no sé si siguen o no. Ha venido desde Birmingham hasta aquí así que imagínate -Nil le dio un par de palmaditas en la espalda a Misho y este asintió con la cabeza procesando todo lo que estaba pasando.

Su mirada azulada no pudo despegarse de ella ni un solo segundo. La observaba con detenimiento, sintiendo el dolor que ella misma estaba sintiendo y aunque ella no estaba siendo consciente de nada, él estaba allí esperando a que se diera cuenta de su presencia. Se percató de que ni siquiera se había cambiado de ropa, seguía con aquel pijama negro con el que se despidieron por un tiempo. Seguía con aquellas dos trenzas mal hechas y su rostro denotaba cansancio. En medio de aquel caos ella seguía viéndose preciosa. El día estaba a punto de terminar, el cielo estaba comenzando a oscurecerse, la noche era inminente y él sólo se preocupó por ella. Supuso que no había dormido nada, poco menos de cuarenta y ocho horas después ella seguía igual que un par de días atrás, pero aunque estuviera de cuerpo presente, su mente estaba a kilómetros de la realidad.