Capítulo 22

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...Pienso en con quién estás cuando no estás conmigo. Odio que mis planes no sean tu camino y haberlo negado por estar contigo ¿Y quién me va a curar el corazón partío? Me dan miedo los meses que se van volando. Me he quedao flaquita de esperarte tanto...

🪐

- Gala, es la cuarta vez que me cambio -se quejó el búlgaro haciendo aspavientos con las manos -. Me voy a quedar así, no me pienso cambiar más.

- Perdóname -suspiré angustiada -, es que estoy muy nerviosa. Mis padres son... bueno son...

- Creo que sé por donde vas. Tu madre sabe quien soy, ¿no? -asentí dejando caer en el sofá.

- Lo sabe sí, pero por mucho que lo sepa yo sé que no va a aceptar esto -miré a mi alrededor comprobando el estado del piso.

Tenía la certeza de tener la situación bajo control, todo estaba en orden, la casa estaba limpia, todo estaba recogido y para mi desgracia todo estaba preparado para recibir a mis padres. Me levanté y caminé de un lado a otro agobiada, no estaba preparada para enfrentarme a ellos y mucho menos a que Misho estuviera allí conmigo. Era plenamente consciente de que a ellos no les iba a gustar el búlgaro, estaba visualizando una y otra vez la cara de mi madre al verlo. Les había hablado de él, sabía que mi madre lo había visto el día de la Velada y ya me recalcó que no era de su agrado. Prejuzgó, como solemos hacer siempre, pero ella quería un prototipo específico para mí cuando a mí me gustaban los tíos totalmente diferentes. Siempre intentó emparejarme con los hijos de sus amigas, hasta lo intentó con Pau. Muy mono y muy majo, pero a mí me gustaban más los tíos como Misho, él era el claro ejemplo de mi prototipo ideal.

- Tranquila -me agarró de los hombros y me obligó a mirarlo -, digan lo que digan te prometo que no me voy a alterar.

- Con tal de que no suelten comentarios desafortunados -me abracé a él intentando camuflar los nervios.

Por mucho que intentara no pensarlo sabía que acabarían metiéndose con él y que Misho acabaría marchándose. Últimamente estaba demasiado irascible, hacía como si no le afectara nada, pero yo tonta no era y me di cuenta. Supe leerlo entre líneas y lejos de verlo bien, sentí que tan solo se estaba mostrando así por alguna razón que desconocía.

- Así por casualidad, ¿a qué se dedican tus padres? -preguntó él por curiosidad.

- Mi madre es catedrática y mi padre ex militar -dije con desgana.

Misho se mantuvo callado y como casi siempre agradecí su silencio. Lo único que me preocupó aquel día fue que él estuviera cómodo y que mis padres no estuvieran todo el rato preguntando. Mi padre, sobre todo él, era muy chapado a la antigua, a mí me costó más de una discusión con él. Aunque la peor bronca de todas fue cuando Estela inició el proceso de transición, estuve sin hablar con él cerca de un año y desde entonces solo mantenía contacto con mi padre en las grandes celebraciones. Con mi madre era diferente, con ella era imposible enfadarme, por mucho que se metiera en mi vida, como ella no había ninguna. Nos peleábamos, nos distanciábamos, pero siempre acabábamos volviendo.

El timbre sonó, me despegué del cuerpo de Misho y respiré hondo antes de abrir. Mi corazón comenzó a latir acelerado y de repente sentí unas ganas de vomitar terribles. Cerré los ojos para poder mentalizarme de lo que se iba a venir aunque era consciente de que no lo iba a conseguir.

Abrí la puerta en cuanto escuché la voz de mi madre de fondo. Sonreí falsamente al verlos. Ella vestida con uno de sus vestidos largos que le realzaban muy bien la figura, su pelo rubio estaba perfectamente rizado -estaba claro que había acudido a la peluquería- y el estridente sonido de sus tacones retumbaron por todo el piso. Sin embargo, mi padre estaba igual que siempre, en traje, la barba frondosa perfectamente recortada, su gran porte y esos ojos oscuros que intimidaban a cualquiera estaban cubiertos por unas gafas de sol.

Cúrame ▪︎ MISHO AMOLIWhere stories live. Discover now