Capítulo 9

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...Déjame devolverte las rosas que son venenosas y llévate todas tus mariposas me ponen nerviosa. Nunca te creí, siempre me engañé, nunca quisiste cambiar, nunca me reí, siempre te lloré y no más. Once razones para olvidar...

🪐

Le di la última calada al cigarro mientras perdía la mirada en aquel bonito amanecer. Madrugar en aquellas condiciones no me gustó, fue raro despertar de nuevo a su lado, abrazada a él y sin ropa. Había pasado casi un año de la última vez que su piel se fusionó con la mía —al menos siendo conscientes, sin contar el desliz de la boda de Javi y Nora —y fue raro, muy raro. Fue como si el tiempo no hubiera pasado y él y yo siguiéramos siendo uno. Cuando la conexión está latente, no importa el tiempo que pase, los recuerdos no se olvidan y su piel y la mía rozándose, atreviéndose, buscándose, olvidándose de cada palabra, se lucían juntas para crear miles de recuerdos para la eternidad.

Salí del balcón y me apoyé en el sofá esperando a que él saliera del baño. Apenas habíamos hablado, él se metió en el aseo y yo aproveché para fumar. No sabía cuando iba a ser la próxima vez que nos veríamos, tenía que volver a Barcelona lo antes posible, necesitaba estar junto a Catalina para preparar el festival de la academia de baile. Y aunque mi cuerpo me pedía quedarme junto a él, no era lo correcto, ni lo que nos correspondía. No estábamos bien, nunca lo estuvimos para ser sinceros, pero éramos débiles y en la cama nos entendíamos mejor que nunca. Yo no quería una relación así, pero me conformaba porque eso significaba tenerlo a él y sin embargo, él parecía que no quería nada serio. Fuimos dos personas que se atraían, que se gustaban y hasta me atrevería a decir que se querían, pero que estaban en dos puntos totalmente diferentes. Y aunque los sentimientos eran los mismos, las prioridades no. Yo quería algo serio, él no quería ataduras. No lo admitió, pero le daba miedo el compromiso.

— Esto ha sido un error —dijo él mientras salía del baño.

— Anoche me dijiste "te quiero" —dije de forma tajante.

— Y es la verdad, una cosa no quita a la otra —me miró con frialdad —. A diferencia de ti, yo no tengo miedo a decírtelo.

— Yo también te lo he dicho muchas veces —traté de defenderme.

— Puede —se encogió de hombros —, pero casi nunca a la cara.

— Creo que he sido muy clara todos estos meses, he sacrificado mucho por ti y si no te lo digo es porque soy incapaz de hacerlo. No sé lo digo ni a mi madre, ni a mis abuelos, ni a mis hermanos. Perdona —agité las manos algo nerviosa —, pero no soy yo la que ilusiona y luego no quiere nada serio, Mihail.

Me quedé mirándolo en silencio, sus ojos me dijeron todo lo contrario a lo primero que salió de su boca. Su expresión facial le contradijo. Asentí con la cabeza mientras sentía que de nuevo estábamos entrando en aquel juego tan absurdo del arrepentimiento —o mejor dicho, hacer ver al otro arrepentimiento— y de cobardía. Suspiré cansada del vaivén al que estaba sometida a su lado. Nunca pretendí entenderlo, sabía que por mucho que él me dijera yo no iba a ser capaz de comprender lo que se le pasara por la cabeza. Pero, sí que intenté ponerme en su piel y saber porque actuaba así. No me valía lo que me decía, para poder volver a ser quienes fuimos un día necesitaba mucho más, quizás accedí tan rápido porque ya tenía a otro y aunque soñaba con él, mi mente estaba pensando en Álvaro y en las consecuencias que podían acarrear mis actos. Fui demasiado egoísta deseando a dos personas al mismo tiempo, fui demasiado egoísta dejándome llevar con ambos aun sabiendo que era yo la que tenía todas las de perder. No entendía a Misho y mi relación con Álvaro era muy rutinaria. Tenía la cabeza hecha un caos, pero sí que tuve claro que nunca más me dejaría pisotear por nadie. Aprendí a valorarme, aprendí a quererme y me prometí que no dejaría que nadie me hiciera daño.

Cúrame ▪︎ MISHO AMOLIWhere stories live. Discover now