1.- El CEO lujurioso e implacable

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PORQUE USTEDES LO PIDIERON, VUELVO A SUBIR ESTA HISTORIA, SÓLO ESPERO QUE NO ME CANCELEN LA CUENTA.

LES PIDO LEERLA CON DISCRECIÓN Y APOYARME CON ESTRELLAS Y COMENTARIOS.

¡DISFRÚTENLO!

- ¿Estás lista para recibir mi verga en este hermoso culo?

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- ¿Estás lista para recibir mi verga en este hermoso culo?

- No estoy muy segura, señor Sangenis. La verdad es que tengo mucho miedo.

- Te puedo asegurar que te lo haré con mucha delicadeza.

La joven pelicastaño traga saliva en seco, varias gota de sudor
recorren su frente mientras que se encontraba en una posición bastante cómoda, pero lo que estaban a punto de hacerle le daba escalofríos.

La mujer mira a su jefe de reojo, observando esa mirada perversa y maliciosa del hombre, sus ojos azules se habían vuelto más intensos de lo normal y hasta creyó que su cuerpo se volvió un poco más musculoso de lo que ya era.

Ella muerde sus labios y vuelve la vista al frente, el señor Sangenis la tenía sujeta de las muñecas con una especie de arnés de cuero sobre su espalda.

Estaba inmóvil, no podía defenderse de la verga que tenía apuntada en medio de su culo.

Lograba sentir la cabeza de ese enorme pene tocando su ano, estaba tan asustada porque nunca había cogido por el culo anteriormente.

- No creo que deba probar esto por ahora, señor Sangenis, quizás...

- No hay un quizás, nena.

Dicha aquellas palabras, Alejandro empieza a meterle su rabo por el ano a aquella chica muy lentamente.

Ella estaba toda empapada por lubricante, mientras que la brillante cabeza de su pene fue deslizándose dentro de la mujer. La pelicastaño gemía del dolor contra el colchón.

Alejandro observa como su hombría se va introduciendo en aquel culo mientras suieta las muñecas de ella para ejercer un poco más de presión.

- ¡Que buen culo te gastas!

- Deténgase...

Él hace caso, pero para ese momento, su virilidad ya había entrado hasta la mitad. El trabajo ya estaba hecho, el condón se mantenía firme y las gotas de sudor recorrían todo su cuerpo como si estuviera bajo la lluvia.

El pelinegro traga saliva al sentir que ella ya se había adaptado lo suficiente con su pene dentro, así que emprendió la tarea de continuar hasta metérselo por completo y fue cuando vio la
gloria.

La obsesión del CEOWhere stories live. Discover now