- ¿He dicho algo malo? -Alicia termina por preguntar en vista de que Alejandro no le dice nada.
- ¡No! -pero ella siente como aprieta su cintura con fuerza-Solo que...
Alejandro no tiene la valentía de decir nada, puesto que la realidad era que no tenía derecho alguno.
- Nada...
[...]
Por la tarde, el CEO abandona la casa de Alicia, ya que Jaime había llamado anunciando que el avión había aterrizado y que estaba por partir a casa.
En lo que la rubia despide a Alejandro en la puerta, siente un inmenso vacío en su interior, Alicia muerde sus labios al ver su coche avanzar y baja la mirada.
Las cosas se están saliendo de control. En eso escucha que un coche se detiene y ella levanta la mirada.
- ¿Papá? -Frunce el ceño al ver a su padre bajarse de un coche.
- ¡Alicia! -le dice el hombre sonriente.
En ese momento, ella siente cómo su corazón se le iba a salir del pecho, Alejandro yéndose de casa y su padre llegando. Unos minutos más de retraso y su secreto hubiera salido a la luz; la rubia respira con calma y sonríe ante el regreso de su padre.
- Qué bueno verte, hija.
- Bienvenido.
Padre e hija entran en la casa, Alicia se felicitó por haber dejado todo ordenado antes de que él llegara. A decir verdad, su hogar estaba impregnado del perfume de Alejandro.
Suplicaba a los cielos que no hubiera dejado ningún rastro de la presencia de ese hombre.
A la hora de la cena, Jaime le contó sobre su viaje mientras que ella recordaba cómo el jefe de su padre la revolcaba en su cama. Eso la hizo mirar hacia su plato, se sentía como la peor hija del mundo.
- ¿Alicia? -Jaime llama su atención.
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- Lo siento mucho, papá. ¿Qué decías?
- En todo el camino de regreso he estado pensando en algo bueno para ti, ya que tengo un buen trabajo y no tenemos deudas por pagar, pensé que podrías regresar a la universidad.
La rubia ensancha la mirada ante esa noticia, no se esperaba que su padre le dijera que regresara a la universidad. La verdad es que le gustaba la idea.
