35.- Final

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Ya estaban todos listos, esperando a la novia a que llegara a la Iglesia

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Ya estaban todos listos, esperando a la novia a que llegara a la Iglesia... los hombres que custodiaban a Alicia todo el tiempo, le avisaron a Alejandro que ya iban en camino.

El CEO se encontraba de pie en el marco de la entrada del recinto religioso, vestido con un elegante esmoquin negro, luciendo como un gallardo y varonil novio enamorado.

Después de varios minutos, el auto de lujo llegó, a vista de todos los invitados que la mayoría eran socios de Sangenis, gente de mucho dinero y empresarios.

Todos estaban a la expectativa de conocer, a la mujer que había logrado atrapar a Alejandro Sangenis, el CEO millonario y mujeriego.

Cuando Alejandro se enteró de la presencia de la novia, avanzó a su encuentro para recibirla, cruzando el atrio de la iglesia.

El chofer abrió la puerta del lujoso vehículo, Alejandro le ofreció su mano a Alicia para ayudarla a bajar, con una sonrisa en su rostro viéndola de pies a cabeza, ya que se veía hermosa vestida de blanco... se veía radiante y sensual.

Alicia bajó del auto con ayuda de él, quien le dio un dulce beso en la mejilla, a vista de todos los invitados que se encontraban ahí, los aplausos no se hicieron esperar recibiendo a la feliz pareja

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Alicia bajó del auto con ayuda de él, quien le dio un dulce beso en la mejilla, a vista de todos los invitados que se encontraban ahí, los aplausos no se hicieron esperar recibiendo a la feliz pareja.

Jaime se acercó a su hija, entregándole un exquisito ramo de flores.

- Te deseo toda la felicidad del mundo, hija, sé muy feliz -dijo el padre con voz muy suave.

- Gracias papá, voy hacer feliz, yo lo sé -respondió ella con lágrimas en los ojos.

- No te preocupes por ella, Jaime, yo me encargaré de hacerla feliz -agregó el CEO con rostro muy serio mirando a su ahora suegro.

Jaime asintió y con un nudo en la garganta miró a su hija caminar del brazo con su futuro marido.

Haciendo un esfuerzo para no llorar y arruinar su maquillaje, Alicia ingresó a la iglesia, del brazo de Alejandro, mirando emocionada que todo estaba decorado con rosas blancas de botón abierto, al igual que alcatraces del mismo color.

La obsesión del CEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora