12.- Oral

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Fue cuando Alejandro siente que las paredes vaginales de Alicia se tensan un poco, y decide bajar sus labios hasta su coño

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Fue cuando Alejandro siente que las paredes vaginales de Alicia se tensan un poco, y decide bajar sus labios hasta su coño.

Los entreabre un poco con sus dedos y de manera inmediata empieza a lamer su interior.

Los gemidos de Alicia fueron brutales, la rubia arqueó su cuerpo justo cuando el orgasmo la alcanzó mientras que él se bebía su dulce jugo.

Alejandro no paró de lamerle el coño hasta saciarse de ella y hasta que dejó de clamar su nombre.

La rubia desplomó su cuerpo en la cama con las piernas abiertas y temblorosas, Alejandro levanta la vista y observa el subir y bajar de su pecho.

Sus pezones se encontraban erguidos y sus brazos debajo de la almohada.

- Y apenas estamos comenzando - dice él en voz alta a lo que ella baja la mirada.

Alejandro se pone en pie acomodando su traje, tendiéndole la mano a ella.

- Vamos, vístete.

- ¿Por qué? - Alicia frunce el ceño.

- Iremos a mi casa.

- ¿Qué dice? -se incorpora un poco cubriendo su cuerpo.

Y ella que pensó que ese hombre la iba a desvirgar allí mismo y resulta que no.

Al parecer su fuerza de voluntad era enorme.

- Vamos Alicia, ponte algo de ropa o te llevaré así mismo a mi casa.

La rubia pestañea, relame sus labios y se termina por poner en pie.

Confundida y con nervios a millón busca algo de ropa y cuando pretende vestirse echa la vista hacia atrás.

- ¿No se va a salir?

- ¿Para qué?, ya te he visto hasta el alma -se acomoda él en la cama sin apartar la vista de ella.

La rubia niega mientras deja caer la bata blanca a sus pies.

La verga de Alejandro reacciona cuando ve esa espalda y culo desnudo, detalla cada parte de Alicia y siente que iba a estallar, pero necesitaba controlarse hasta llevarla a casa. Allá pretendía hacerle de todo a ese cuerpo.

Pero mientras que eso pasaba, el CEO admira esas curvas con lujuria y morbo. Muerde sus labios y luego los relame al ver cómo ella sube sus bragas lentamente. Y era una pena, puesto que el deseaba que se quedara sin ellas.

La obsesión del CEOWhere stories live. Discover now