25.- La invitación

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Alejandro frota su rostro con impaciencia al verse de nuevo a como estaba antes, su viaje duró apenas dos días y cuando regresó deseó buscar a Alicia, pero luego se dio cuenta de que estaba obsesionado con ella

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Alejandro frota su rostro con impaciencia al verse de nuevo a como estaba antes, su viaje duró apenas dos días y cuando regresó deseó buscar a Alicia, pero luego se dio cuenta de que estaba obsesionado con ella.

Era como si ella fuese su adicción, la necesitaba, anhelaba ver su cuerpo desnudo, besarla y hacerla gemir hasta más no poder. Pero esa misma obsesión lo llevó a pensar en algo que lo inquietaba.

¿Acaso la estaba viendo de otra manera? Y es que, ya pensaba que albergaba algún tipo de sentimientos por Alicia, ¡sentimientos románticos! Sí, era evidente que la deseaba sexualmente, pero había algo más.

Y ese algo más era lo que lo tenía incómodo... la verdad es que le tenía pavor a lo que estaba sintiendo, él no deseaba enamorarse de Alicia.

- Joder, en qué momento esto se salió de control...

La distancia que tomó hacia ella no sirvió de nada, solo acrecentó las ganas que tenía de estar con ella.

Había sido un idiota, se alejó de Alicia solo para mantener distancias y resulta que ahora la deseaba más que antes.

[...]

- Papá, este restaurante es muy bonito.

- Me alegra que te guste, quería que tuviéramos una noche diferente.

Alicia sonríe al ver la sonrisa de felicidad de su padre. Era bueno verlo sonreír de nuevo...

La rubia se encamina hasta el baño, luego de llevar un rato en el
restaurante, cuando alguien la detiene por la cintura y termina por cubrir su boca.

Alicia ensancha la mirada al ver los ojos azules de Alejandro.

- Shhh... -le dice él, para luego liberar sus labios.

- ¿Pero qué crees que estás haciendo? -pegunta furiosa.

- He venido a verte, no hemos terminado de hablar en la oficina.

- Mi padre está muy cerca, si te ve aquí sospechará.

- En ese caso, ven aquí...

El pelinegro empuja el cuerpo de Alicia hasta adentrarse en el baño de damas.

Ambos se encierran en uno de los cubículos mientras se mantienen la mirada.

- ¿Qué quieres? -susurra ella seriamente.

- Terminar de hablar contigo.

La obsesión del CEOWhere stories live. Discover now