34.- Propuesta

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Alejandro se come el coño de Alicia de una manera feroz y hambrienta, se aferra de las entrepiernas de ella consiguiendo abrirlas un poco más, observa fijamente los pliegues de su vagina y decide chuparlos con suavidad

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Alejandro se come el coño de Alicia de una manera feroz y hambrienta, se aferra de las entrepiernas de ella consiguiendo abrirlas un poco más, observa fijamente los pliegues de su vagina y decide chuparlos con suavidad.

Ganándose un fuerte jadeo por parte de la rubia. Ella sujetaba su cabello guiándolo, mostrándole como quería que le chupara el coño y él obedecía a sus mandatos.

Alicia había aprendido mucho durante todo el tiempo que ellos estuvieron follando.

Y aquella mamada tuvo sus frutos, ya que ella empezó a correrse en su boca presionando su rostro contra su coño.
Alejandro chupó sin detenerse y no tenía opción, ya que ella lo sujetaba de manera que no se le fuera a escapar; lamía y succionaba los fluidos de su interior todo desesperado y llenándose de placer.

Hasta que por fin no dejó nada de ella, y con las últimas lamidas se incorpora relamiendo sus propios labios. Como un león hambriento, gatea hacia ella quedando sobre su cuerpo, sonríe con malicia para luego quitarse la ropa a una velocidad impresionante.

Al quedar completamente desnudo, Alicia se arrodilla ante Alejandro y empieza a tocar su fornido cuerpo.

Muerde sus labios mientras baja la mirada de su pecho hasta la zona donde su enorme verga se encontraba erecta.

Ella sabía que estaba bajo la atenta mirada de ese hombre, y eso le encantó. Conduce lentamente sus manos hasta su imponente virilidad, tomándola entre su mano; al apretarla oye que Alejandro gime de placer, el pelinegro cierra los ojos y se suma a tocarla a ella también.

Al cabo de un rato de que ella estuviera masturbándolo, se inclina hacia su hombría y roza la lengua contra la cabeza del mismo; hace círculos
alrededor de su pene hasta que termina por metérselo por completo en la boca.

- Mierda, Alicia, que bien lo chupas...

Él sujeta su nuca y la hace bajar un poco más, con eso consigue que ella se meta más su pene llegándole a la garganta...

La rubia sacaba y metía la verga de Alejandro de su boca sin detenerse, se lo absorbía y succionaba hasta escucharlo gemir. Él se aferró a su cabello para empujarla contra su pene y ella se sujetó de sus caderas para mantener el equilibrio.

En cuestión de segundos, Alicia siente un sabor diferente en su paladar; entre dulce y salado que termina por tragarse. Al alejarse de Alejandro, él la acuesta en la cama mientras que todo su cuerpo cae sobre el de ella.

-  Eso ha estado bueno, pero aun quiero más de ti.

-  ¿No tienes que ir a trabajar?

La obsesión del CEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora