Capítulo 34

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Taemin no esperaba que volver a casa fuera tan doloroso, pero el mismo dolor que pareció esconderse en algún lugar de su pecho cuando estuvo en el hospital, apareció cuando entró en su habitación, haciendo que quisiera correr de ahí pero al mismo tiempo quedarse, porque en la cama y en la cuna todavía había algunas bolsas que compró hace menos de una semana y que, no había tenido tiempo para acomodarlas porque tuvo que ir a su cita médica y luego de eso, no podía pensar en nada más que lo que el médico le dijo.

Podía sentir a Min Ho detrás suyo, pero no quería hablar con él, no después de hablar en el ascensor y que le preguntara dos veces si recordaba algo más antes de despertar en el hospital, rindiéndose demasiado rápido para el parecer de Taemin, pero al mismo tiempo siendo un alivio no tener que hablar con él, cuando la desconfianza hacia su esposo se había instalado en su mente.

—Tal vez deberías descansar en otra habitación —dijo Min Ho.

El alfa notó como la mirada de enojo, casi odio que Taemin había tenido desde el ascensor, cambió a una llena de dolor luego de ver la habitación y solo en ese momento, fue consciente de que las cosas del bebé todavía estaban ahí en todas partes, porque las pocas veces que él fue a la casa, solo fue para bañarse y cambiarse la ropa antes de volver al hospital, no había pensado en lo doloroso que podía ser para su esposo ver las cosas de su hijo.

—No —miró a Min Ho —solo hay que sacar sus cosas.

Aunque en ese momento solo quería hacerse una bolita en su cama. No había pensado lo difícil que sería regresar a la casa y encontrarse con las cosas del bebé, de darse cuenta que eso ya no solo era el deseo del alfa, sino que había comenzado a querer a su hijo, a tener la ilusión de su nacimiento, de tenerlo en sus brazos, pero todo había sido destruido quizás por su mismo esposo ya que su hijo no iba a ser un niño sano como muchos otros.

Su mano estaba temblando cuando la extendió para tomar una de las bolsas y sintió el mismo deseo de llorar que apareció cuando se despertó en el hospital, pero el omega no permitió que una sola lágrima se derramara por sus mejillas.

—Taemin —la mano de Min Ho tomó con suavidad la suya —no tienes que hacerlo.

El alfa acarició con su pulgar el dorso de la mano de Taemin, que lo miró por un instante muy pequeño y luego retiró su mano y la escondió detrás de su cuerpo para que no lo tocara. Min Ho no mostró ningún gesto que dijera lo mucho que aquella reacción le dolía, porque después de todo, su esposo se lo había repetido una y otra vez, que le gustara estar cerca de él se debía solo al embarazo.

—Tal vez quieras esperar en otra habitación o abajo —repitió el alfa.

Espero que Taemin volviera a negarse como un momento atrás, pero después de que la mirada del omega pasara una vez más por la habitación, este asintió y se giró para irse hacia la puerta y poco después lo escuchó bajar las escaleras. El alfa suspiró mientras veía la habitación, para él tampoco era fácil recoger todas las cosas, porque le decían que a su esposo le empezó a gustar la idea de tener al bebé más de lo que mostraba, incluso más que a él.

Taemin lo llamó después de una compra, pero Min Ho no sabía cuánta dedicación le puso a esas compras sino hasta ahora que las vio acomodadas en su armario, porque parecía que el bebé tenía más cosas que él y ahora todo lo tuvo que recoger y guardar en otra habitación. Sabía que no era necesario que él personalmente se encargara de eso, pero parecía ser al único que el omega dejaría que tocara las cosas del bebé, aunque no lo hubiera dicho.

Mientras recogía las cosas, sus pensamientos volvieron a las palabras que Taemin dijo en el ascensor, a como su versión de las cosas no coincidían con las que le fueron dichas y, aunque en el hospital le hablaron de que el omega podía tener alguna confusión de las cosas, ahora que lo pensaba con más detenimiento, parecían saber que eso iba a ser así como una certeza y no como una posibilidad.

Cuando no encontró nada más del bebé, Min Ho bajó a buscar a Taemin y lo encontró sentado en el sofá, abrazado a un cojín mientras parecía perdido en sus pensamientos, mucho más de lo que lo estuvo en el hospital, haciendo que su pecho una vez más se apretara, porque si hubiera sabido que las cosas iban a terminar así, no le habría insistido en tener un hijo, aunque seguía pensando en que no tuvo otra opción, porque incluso si se divorciaba no podía asegurar de que el omega iba a ser feliz, de que seguiría con vida, después de todo, no sería útil para la sociedad, a menos que entrara en el programa que escuchó que empezaba a desarrollarse recientemente, en el que usaban omegas para experimentos. Ningún futuro sonaba prometedor si se divorciaban.

—Taemin —llamó en tono suave.

Pensó que tendría que llamarlo nuevamente para que el omega le prestara atención, pero no fue necesario ya que Taemin lo miró un momento muy corto y luego apartó la mirada, casi como si no pudiera verlo sin odiarlo. Estaba seguro de que había sido de esa manera desde que dejaron el hospital y, no sabía qué hizo para que su esposo poco a poco pareciera odiarlo más que antes.

Taemin respiró profundo, tensó su mandíbula y miró a Min Ho.

—Deberías irte —dijo en un tono tranquilo —ya no es necesario que regreses cada semana, de hecho, preferiría que no lo hicieras, ya no te necesito.

Apartó la mirada cuando vio las cejas de Min Ho fruncirse en una expresión que no supo o no quiso descifrar, luego se colocó de pie y fue a la recámara, asumiendo que el alfa había terminado con todo si estaba frente a él. Taemin se dijo que no le importaba si su esposo se iba en ese mismo momento o después, no obstante, cuando tal vez una hora después escuchó el motor del auto ser encendido y que se alejaba, se dio cuenta de que no era así, que todavía necesitaba de su alfa a pesar de que parecía ignorar su presencia a su alrededor, porque en ese momento su pecho se apretó y las lágrimas volvieron a caer desconsoladamente por sus mejillas.

El omega se dijo que no podía querer cerca al responsable de la muerte de su bebé, pero ese solo era un pensamiento racional y no su verdadero deseo, sin embargo, ya era muy tarde para pedirle a Min Ho que se quedara, no solo porque se había ido, sino porque se negaba a llamarlo para pedirle que regresara. Se negaba a necesitar a un alfa que había matado a su propio hijo.

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