Capítulo 49_ Lucha.

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—Gwayne tiene órdenes de vigilar a Luthor Largent por si da muestras de deslealtad.

Aegon se removió en su asiento, su rostro serio y sus ojos fijos en el mapa extendido sobre la mesa. A su derecha, Otto Hightower lo  observaba con atención luego de dirigirse a él.

El Rey asintió a su Mano, pero su expresión no reflejaba ningún interés real sobre lo que el Consejo Privado había estado anunciándole durante las últimas horas.

—¿Daeron? —preguntó sintiéndose obligado por preguntar por su hermano menor.

—En Antigua. Ormund pretende reclutar caballeros, miles de soldados y muchos más de menor disciplina. Lo necesita a su lado. —respondió Alicent a su izquierda, manteniendo una expresión tranquila.

Él volvió a asentir, sin embargo sus ojos no reflejaban emoción alguna. Fue el momento de Tyland Lannister en tomar la palabra:

—Su Gracia, la guerra está llevando a nuestros recursos a límites insostenibles. Necesitamos una estrategia sólida. Por éso solicito su permiso para actuar cuánto antes y proteger el tesoro real.

Aegon resopló, cansado de todo pero consciente de la gravedad de la situación. Todo el asunto de la guerra le estaba dando una tremenda jaqueca.
Con pesar masajeó sus su sienes y su mirada viajó hasta posarse en Aemond, quién había permanecido en silencio durante todo ése tiempo.

El príncipe tuerto se mantenía recargado en su asiento en una postura despreocupada, su vista clavada en un punto indefinido y su fino dedo índice trazaba con delicadeza el borde de la copa frente a él.

—Tienes mi aprobación. —dijo Aegon dirigiéndose a Tyland pero sin quitar los ojos de su hermano. —Pero antes de que avancemos más en estos asuntos, hay otro que requiere nuestra atención. —Su voz se volvió más seria al dirigirse a Aemond. —Aemond, creí que mi Mano te había ordenado partir hacia Bastión de Tormentas. Sin embargo, aún no has partido.

Aemond lentamente apartó la vista de dónde la tenía y lo miró con seriedad sin ocultar su disgusto ante la noticia. Frunció el ceño mientras se enderezaba.

—Creí haber sido claro cuándo expliqué mis motivos para retrasar el viaje. Héoleth está en estado y necesita ser cuidada. Además, mi hijo está a punto de nacer, y debo estar presente en su llegada. —contestó con naturalidad, como si desestimara la orden.

Tyland Lannister interrumpió con su habitual impasibilidad.

—La guerra no espera, príncipe. El apoyo de los Baratheon es fundamental.

Aemond lo fulminó con la mirada y el hombre cerró la boca en el acto carraspeando con nerviosismo.

Aegon chasqueó la lengua.

—No puedes anteponer tus asuntos personales al reino, Aemond. Esta alianza fortalecerá más nuestra posición y los Negros no esperarán por ti para recurrir a Lord Borros. —dijo con sequedad.

—Mi deber es cuidar de ellos. Hasta el alumbramiento, no partiré hacia ningún lugar.

Aegon, frustrado por la negativa, elevó la voz:

—No vas a ser sensato, ¿verdad? —al ver que su hermano no contestaba asintió. —Bien. Pues ahora es una orden directa de tu Rey. 

Aemond le dirigió otra mirada inflexible y lo sometió a una larga inspección que tensó todo el lugar. Justo cuando parecía que los hermanos podrían iniciar una pelea, Alicent intervino con su voz calmada pero firme.

—Entiendo la gravedad de la situación, pero es imperativo que mantengamos la calma y resolvamos esto de manera civilizada.

Luego, cruzó las manos y miró a su hijo menor.

𝕽𝖊𝖉 𝕮𝖗𝖔𝖜 || Aemond Targaryen (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora