I: LUNA DE ESCARCHA

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El reflejo ocre intenso de la luna que despide noviembre, provoca una ilusión óptica que parece aumentar su tamaño.
Ese resplandor y misterio termina por causar euforia y excesos en un encuentro que no es más que el efecto secundario de las mejores charlas que he tenido alrededor de una taza de café.

Entre las sombras, lo único cierto es su presencia. Él se ve muy bien cuando está serio, luce imperturbablemente interesante. De pronto sonríe y el mundo se detiene. La barrera de lejanía y respeto se rompe y me encuentro dibujando en su mano con la punta de mis dedos.

Estamos jugando a ser inocentes en un momento tan real que parece mentira. La conversación se dirige a lugares peligrosos que conseguimos sortear gracias a nuestra opinión impopular acerca de Bad Bunny.

—Si te dijera todo lo que pienso ahora, estaríamos en problemas —dispara sin anestesia.

Yo lo miro y sonrío, porque hace rato que no logro tomar un café sin pensar en él, ni beber un sorbo de vino sin imaginar si ese sería su sabor.

Por un momento soy capaz de controlar conscientemente lo que digo; pero mi cuerpo me delata. El subconsciente me domina y la tensión entre nosotros se vuelve insoportable. Yo tengo fuerza de voluntad; pero ya he sobrepasado todos mis límites.

Quiero beberme este momento de absoluta necesidad y disfrutarlo lentamente. «Igual no tengo prisa por llegar a la fila del infierno, hace rato que tengo un lugar reservado para mí».

Cuestión de pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora