II: CAMBIO DE PIEL

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Sin darme cuenta he dicho la última frase en voz alta y eso provoca su curiosidad:

—Qué hiciste para reservar un lugar en el infierno?
—Menos cosas de las que pude y una más de la que debí.

Arruga su boca entendiendo que él es mi único pecado.
—Te arrepientes? —Se apresura a preguntar.
—No —digo de inmediato y pronto regreso en mis palabras para liberarme de culpa—. Yo no quiero dañar a nadie, sin embargo; debo ser fiel a mí y a lo que quiero. He pasado mucho tiempo viviendo para otros, sembrando sentimientos ajenos. Llegó mi hora de cambiar de piel.

Me mira traspasando una vez más el muro de hielo que tanto me costó construir.
—Tienes miedo? —Se acerca desafiante.
—Sí —Sonrío nerviosa porque su aliento tibio abraza mis labios—. Tengo miedo de lo que provocas en mí. No me gusta perder el control y contigo nunca lo tengo.

—Tú controlas todo —dice hablando sobre mis labios y por segunda vez en una noche me siento la persona más débil sobre la tierra.

Aguanto la respiración y miro por la ventana para distraerme y hablar de alguna tontería que me saque del embrujo.

Se apiada de mí y pregunta:
—Tienes hambre?
Asiento lentamente con la cabeza mientras pienso:
«Quién puede comer con el estómago lleno de mariposas».

Cuestión de pielWhere stories live. Discover now