OJO AVELLANA

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La mirada penetrante de Magno, mitad avellana, mitad marrón; tiene su residencia permanente en mi cabeza.
Ese espejismo me ayuda a pasar el día entre las mil cosas que tengo que solucionar después de haber dejado mi vida en pausa por tanto tiempo.

El sabor que me queda en el cuerpo después de sudar sobre él, hace que la normalidad me sepa a poco.
Él y yo, ya no podemos volver al contacto cero, así que acordamos mantener comunicación por mail.

Sin permiso, uso el ordenador de Lota y la contraseña de siempre me da acceso a su correo electrónico. Hay algo curioso en la bandeja de entrada, un mensaje de Ula marcado como urgente.

<¿Por qué la "Vida de Magno" le mandaría un mensaje a mi hermana?, ni siquiera se conocen>, pienso desconcertada.

Tengo curiosidad; pero voy a tener que dejar la investigación para más adelante porque Lota acaba de azotar la puerta que conduce al recibidor.

Sola en mi habitación, lo único que me hace dejar de buscarle la quinta pata al gato es abstraerme en la espalda dorada y suave de mi llama gemela.

A estas alturas la culpa pasó a ser un sentimiento ajeno porque entendí que la vida no es blanca o negra, sino todo lo que está en el medio.
Esos matices son los que le dan sentido a las casualidades de la vida, que lejos de ser accidentes, son consecuencias de nuestros deseos más profundos.
El mío, es compartir un abrazo con Magno, besarlo despacio y dormirme enredada en sus palabras.
Me gusta tanto esta nueva historia con él porque aún no ha sido escrita, porque se va creando una experiencia a la vez.

Cuestión de pielWhere stories live. Discover now