LA SOCIEDAD SECRETA

48 5 0
                                    

No creo que Magno haya estado preparado para escuchar la respuesta a sus interrogantes; sin embargo, con cada pasaje que le cuento sobre nosotros la niebla mental que ha tenido desde que recobró la consciencia se va disipando.

Suspira un par de veces mientras me va recordando: —Perdóname, Selá.

—Perdóname tú por los últimos meses, Magno.

—¿Por qué te disculpas si me buscaste hasta encontrarme?

—Por haberme tardado tanto y por odiarte en el proceso.

Magno siente que merece ese odio, aunque sabe de sobra que nunca tuvo la intención de lastimar a nadie. Sobrevivió como pudo y, por gratitud, tomó la decisión de amar a Ula. No sabía que mas adelante en su vida encontraría a su llama gemela.

Conversamos más de la cuenta y terminamos riéndonos de cosas que solo él y yo sabemos. Magno suelta la risa que me hace perder la cabeza y terminamos respirando con dificultad uno junto al otro.

Pone su frente contra la mía y dice: —No puedo dejar a Ula, no después de todo lo que hemos pasado juntos.

—Nunca te voy a pedir que la dejes, ella te mantuvo con vida, es tu amiga, tu refugio, tu familia. Solo quiero que sepas que estoy aquí para lo que necesites, incluso si no necesitas que esté.

—Quiero que estés —dice sin dudar.

Así empezamos una sociedad secreta, sin condiciones ni exigencias. Un acuerdo para cuidarnos mutuamente, para escucharnos, para sacar lo mejor el uno del otro.
Sin decir una palabra, entendimos que somos una misma alma separada en dos cuerpos y que nos volvimos a encontrar para aprender a amar de verdad: con intensidad, con coraje, sin poseer ni limitar y sobre todo sin tener miedo a lo que podría suceder.

Cuestión de pielWhere stories live. Discover now