ÁNGEL GUARDIÁN

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—Tienes visita —dice Goya, el enfermero del turno de la tarde que es el único portador de buenas noticias.

Me levanto sin prisa para que no se note que he vuelto en mí.
Camino al salón de las mesas redondas y me encuentro con la cálida mirada de Janu.

—Cómo estás? —pregunta, como cada miércoles desde hace siete meses.
—Mejor —respondo recibiendo su abrazo en la parte del alma que siento vacía.
—Te ves... diferente.
—Es porque voy siete días sin tomar esto. —Le muestro la pastilla que tengo guardada en la cintura del pantalón y el pobrecito pierde el color.
Mira a todos lados esperando que uno de los gorilas de blanco nos caiga encima.

—No te preocupes, nadie sospecha. —Respiro con dificultad—. Soñé con él, Janu. Cada día sin esta maldita pastilla. Está vivo, yo lo sé.

—Shh! —Dice asustado y mueve sus manos para que baje mi tono de voz.
Entonces susurro —sácame de aquí Janu, por favor. Vamos a encontrarlo.

Sus ojos se nublan porque él también quiere creer que su hermano aún vive.

—Qué más quisiera yo, Selá...
Lo interrumpo. —Nunca vimos su cuerpo, su entierro fue una mentira —digo con lágrimas en los ojos.
—Tranquila o vas a tener otro episodio, acuérdate por qué estás aquí.
—Igual me voy a escapar, pero con tu ayuda va a ser más fácil —digo entre dientes, sosteniendo con fuerza su muñeca.

Acepta porque tiene la obligación de ser mi Ángel guardián, porque esa fue su promesa de sangre.

Cuestión de pielWhere stories live. Discover now