TREINTA Y UNO

3K 308 99
                                    

31

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

31. La mayor parte de mi vida

Lo que más me había gustado del verano siempre habían sido las playas. Amaba ir a varias por esta época, de modo que, mi familia y yo compartíamos un rato agradable. Sobre todo, debía admitir algo, que por un momento no pensé que admitiría nunca.

Mike era una buena compañía.

De hecho, me hacía reír y eso quizás nunca pasaba con frecuencia.

A veces me sorprende enserio.

Como en estos momentos, donde pude ver como una ola lo atacó desde atrás y lo arrastró con fuerza hacia fuera. Me reí en mi asiento al verlo cubierto de arena por doquier. Comenzó a brincar para sacarla de sus pantalones cortos.

Le di un sorbo a mi bebida de piña. Lo cual no sirvió para nada cuando me di cuenta de que me la terminé. Aburrida, resoplé en lo que dejaba el vaso en el suelo.

Debería ir a pedir otra.

O eso pensaba, antes de que viera como otro vaso lleno era alcanzado hacia mí. Sonreí, sujetándolo.

Mamá tomó asiento a mi lado

Gracias —le dije, bebiendo un sorbo

—Por nada —me sonrió igual

Suspiré. Jonas terminó de hacer su castillo de arena por fin y miró hacia nosotras, sonriente y emocionado. Ni siquiera pudo hacer la musa de enseñarnos su creación cuando Mike le pasó por encima, saltando. Lo derribó completamente en un pestañeo.

Y la cara de mi hermanito fue digna de enmarcar

—Oh, no —se lamentó mamá—. Habrá guerra.

Tal y como lo mencionó, mi hermano mayor tuvo que hacer maravillas para que Jonas no le arrojara la pala en la cabeza, aunque lo persiguió por un buen rato.

Suspiré

—¿Hablaste con papá? —le pregunté a ella

—No —bufó—. No nos amarguemos las vacaciones. Mejor vamos a nadar un rato, ¿sí?

—Nadar un rato —puse una mueca—. No es que no me guste, es que... olvidé el bloqueador y no quiero terminar como Mike hace un año.

Recordarlo, volvía hacerme reír

Ella pareció leer mi mente, pues, de a un lado de su tumbona donde se encontraba su bolso, sacó un tarro de bloqueador que me arrojó a las manos.

—Gracias otra vez —lo tomé—. No sé qué haría sin ti.

Acarició mi cabello con una tierna mirada maternal.

Invierno de coloresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora