CassianIntentaba procesar lo que mis ojos estaban observando. Sentía la calor sofocándome por dentro ahogándome sin piedad cada vez, que alejaba de mi corbata la veía a ella, y a sus malditos ojos azules. Comencé a aflojarla ansioso, esto me estaba matando. Ella me estaba consumiendo de alguna manera. La lujuria nubló mi razón, y por eventual sensación, estaba excitado como nunca lo había estado.
Me sentía completo, incapaz de buscar en otro lugar lo que tenía enfrente de mí. ¡Demonios! ¿Qué me estaba pasando? La mocosa se había quedado en mi habitación durante mi ausencia, y había dejado una lencera de color negro en el lava manos del baño. Los demonios que habitan mi cuerpo revolotaron mi mente más viles que nunca. Al diablo las reglas. Si seguía con este deseo que me estaba abrazando y quemándome en lo más profundo de mi oscuro ser, mandaría todo al traste y terminaría follándomela. Y algo me dice que no sería la primera y última vez que lo haga.
Me retiro de mi habitación, inhábil de mantener la cordura, sin dejar de pensar en esa malcriada. Cuando creo que voy a respirar, desde mi posición, examino cómo ella llega. Como un parásito a su alrededor. Dejé escapar una risa oscura y siniestra que me sorprendió hasta a mí mismo. Es medianoche y ella cree que mi departamento es su casa y hará lo que quiera.
¿Y ese imbecil quien es?
Lo ignoro y me resulta irrelevante.; pienso para mí mismo mientras me acerco a la puerta. Espero unos minutos antes de decidir abrir. Con un suspiro, giro el pomo trato de mantenerme cuerdo a pesar de mi irritación.
Ella se queda boquiabierta al mirarme el pecho descubierto, y me recrimina por mi falta de moralidad. Lo miro con una sonrisa socarrona, mi apariencia ha causado impacto en ella. ¿Falta de moralidad? Estoy en mi casa y visto como quiero.
—Podrías haber tenido la decencia de ponerte una camisa al recibirme—replica, desaprobando mi actitud despreocupada.
—No veo por qué debería cambiar mi forma de vivir por tu comodidad—alargue dejando en claro que no tengo intención de ceder ante sus críticas.
—¿Me dejarás pasar?—súplica y niego con la cabeza.
—Mi apartamento, mis reglas. Duermes afuera.
Le cierro la puerta en su cara y la dejo afuera. Voy rumbo a mi habitación y saco todas las cosas que ella tenía en mi cuarto como si fuese suyo y se las tiro en el sillón. ¡Menuda confianzuda! Me meto debajo de mis sábanas y suspiro aliviado. Este soy yo. Cruel, ambicioso, poderoso y solo. Pasa media hora y doy vueltas en mi cama, pensando en ella, Roxan me pagará muy bien por cuidarla. Pero debo hacer respetar mi postura, esa niña no tiene criterio inexistente. Me paro de la cama y atravieso la puerta de mi habitación con rumbo a la cocina en busca de un vaso de agua.
Cuando escucho un ruido dentro de la sala, me apresuro a investigar. No puede ser, mi domicilio tiene mucha seguridad. Con un chasquido de mis dedos, enciendo la luz de la sala y me encuentro con nada menos que la chiquilla. ¿Cómo diablos entró?
—Tienes diez segundos para decirme cómo entraste—le reprocho mi paciencia se agota.—¿Como volaste mi seguridad?
—Por la puerta ¿por donde más?—se encoge de hombros como si fuera algo casual—Fue fácil. Tu seguridad no es tan buena como crees.
—No juegues con mi límite ¡maldita sea!—la ira burbujeaba en mi cabeza.
La tomo de la muñeca con fuerza. Ella no se doblega ni emite queja alguna, simplemente me reta con la mirada, provocadora y sin temor. ¿Quién es esta mujer y por qué presiento que ella será el presagio que me lleve a la ruina?

ESTÁS LEYENDO
"El Abogado de la Mafia" © { 𝐋𝐢𝐛𝐫𝐨; 𝟏} 𝐁𝐨𝐫𝐫𝐚𝐝𝐨𝐫 𝐞𝐧 𝐜𝐨𝐫𝐫𝐞𝐜𝐢𝐨́𝐧 ✔️
RomanceEl diablo se viste de santo y lo único que queda es pecar con él. Regresa el abogado Rostov. Un hombre cruel, sin escrúpulos, que no tiene debilidad alguna. O eso creía. El abogado más temido de todos se enamora de una mujer cuya apariencia juvenil...