"Diablo ruso"

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Cassian

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Cassian

Si alguna vez creí estar enamorado de mi mujer, ahora estaba rendido. Pero de la forma más brutal posible. Se apareció sola, rodeada de inútiles bien entrenados, y aún así logró sacarme del infierno como si fuera la jodida comandante de una guerra que ya tenía ganada. Me dejó sin palabras, y eso ya es decir mucho. Siempre supe que tenía fuego en las venas, pero no imaginé que ese fuego fuera capaz de someterme sin tocarme. Tendrá que acostumbrarse a lo que viene, porque ahora no solo es mi mujer, es la futura señora de un trono. No de un abogado que juega a mafioso, sino de un hombre que lidera como un maldito rey. Uno que puede gobernar con el corazón si se lo propone, pero que no tiembla al volar su propio castillo por proteger a la mujer que ama.

No soy el tipo de hombre que deja cabos sueltos, y mucho menos esos que luego vuelven creyendo que pueden hacerle daño a mi mujer. A esos los arranco de raíz. Bajé la guardia con Demir una vez, pero no volverá a pasar. La próxima vez los voy a eliminar uno por uno. El que se atreva a tocar a mi mujer, se quema pero en mis llamas, no en las del infierno. Pueden llamarme abogado de la mafia de juguete o como les dé la gana, pero tengo una sola regla: proteger y amar a mi esposa. Nunca me he sentido mentalmente barato, y muchas veces dije que no sería un blandengue pero mírame ahora, completamente rendido ante esa mujer.

Arranqué a mi mujer de California. o más bien, su patético padre lo hizo por mí. Sí, el imbécil de mi suegro me odia, pero sin querer me hizo el favor de su vida: me la entregó. Y ahora, que se joda, porque va a tener que tragarse que soy yo quien se la va a quedar para siempre. Roxan se la llevó de vuelta a Estados Unidos, donde me espera enfundada en una lencería roja que me tiene al borde de abandonar todo esto. La dejé ir a regañadientes, porque a ella no le puedo negar ni el aire, pero si fuera por mí, estaría encerrada en mi cama, mientras la follo una y otra vez. Primero voy a matar a escoria que me rodea y luego, regreso a su lado para organizar la maldita boda del siglo.

Jugaba con el arma entre los dedos, sentado en una butaca tan refinada como yo, apuntándole a su cabeza. Me había tenido encerrado por dos días, torturándome y golpeándome. Le devolví el mismo trato. Demir estaba suspendido del techo, no con cuerdas, sino con cadenas de acero, y también atado, con grilletes en los tobillos, completamente apaleado, mientras yo, desde mi sitio, disfrutaba su miseria. Cada golpe que me dio, se lo regresé con mayor fuerza, con más saña. De Catarina no supimos nada, la muy perra logró huir, pero no tardaría en dar con ella, cueste lo que cueste. Primero me uniría en matrimonio con mi mujer, y después pondría todo en orden. Al eliminar al cabecilla de la Bratva, ahora el tablero estaba en mis manos. No solo eso: pronto estaría al mando de toda Rusia.

Mis hombres rodeaban la cabaña. Tony estaba afuera, en su puesto. Ha demostrado ser un excelente guardaespaldas. No lo idolatro yo no admiro a nadie que no sea mi mujer, pero tengo que admitir, aunque me fastidie, que el tipo vale la pena. Tiene aleación en la sangre, y eso me gusta. No habla de más, no falla, y no tiembla. Eso lo convierte en útil... y lo útil, se queda.

"El Abogado de la Mafia" © { 𝐋𝐢𝐛𝐫𝐨; 𝟏}   𝐁𝐨𝐫𝐫𝐚𝐝𝐨𝐫 𝐞𝐧 𝐜𝐨𝐫𝐫𝐞𝐜𝐢𝐨́𝐧 ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora