"Sin escrúpulos"

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Cassian

El olor a sangre me satisfacía. Saciaba mi alma y era lo único que me daba un ápice de paz en el mundo de la mafia. Sus gritos, sus llantos, sus lamentos, eran una sinfonía satisfactoria, como si estuviera presenciando a Mozart. "Lacrimosa". La daga descansaba en mi mano y mi camisa ya se había salpicado de sangre. Por último, lo tomé del cuello y lo miré a los ojos.

Él negó con la mirada. No podía hablar ¿Cómo lo haría? Si yo mismo le arranque la lengua, en sus ojos se veía al miedo y el temor. Yo no conocía la piedad, ni me interesa romantizar la clemencia. Soy un criminal, y ¿qué se supone que haga? ¿Que no asesine?

Clavé con ira la daga en su ojo derecho, y luego hice lo mismo con el izquierdo. Termine desprendiéndolos uno por uno, el grito más no lo escuché no tenía lengua. No quería seguir perdiendo mi tiempo así que, le pase la hoja por la garganta destripando su cuello. La carne se abrió, y la sangre me sarpullido por entero, solté su cuerpo y cayó hacia atrás.

—Limpia esta porquería Tony—le ordenó.

—Como demande señor, Rostov.—miro mis manos ensangrentadas—¿Saldrá así señor?

—¿Así como?

—Como está—indicó el color rojo, abundante en mi camisa—Esta manchado de sangre.

—Aún me queda la zorra de Julia—le explicó—Y créeme Tony, no seré muy amable con ella.

—Esperando sus órdenes, señor Rostov.

—Como siempre debe ser Tony.

La bodega me recibió, y los hombres de seguridad me abrieron las puertas con la deferencia digna de un diablo. Al entrar, encendí un cigarrillo y miré a Julia, quien sonreía como si no fuera a pasarle nada.

—Mi amor ¿Qué es esto?.

—Tú. Y tus baratas cursilerías. ¿Quieres perder la lengua como tu amante? —Ella se puso pálida al ver toda la sangre en mi tórax—. No, espera. Tengo algo mejor para ti.

—¿Algo como que?

—¿Te han informado por qué estás aquí, Julia?

—No tengo idea, Cassian. ¿Acaso vienes a admirar mi última obra?

—Tu última obra fue manipular al juez para humillar a mi mujer. Eso no lo perdono —agregó, dando una calada al cigarrillo.

—¿Todo esto por esa insignificante pintura? Vamos, Cassian, creí que tenías mejor gusto —rió.

—No se trata solo de la pintura. Se trata de que hiciste llorar a Mavie. Nadie, y repito, nadie, hace llorar a mi mujer y sale ileso.

—¡Es solo una puta cria!—grita y me contengo en no, abofetearla.

—¡Es mi mujer!—vocifire—Mi mujer.

—¿Qué tiene ella que yo no pueda darte? —me mira con odio—. ¿Por qué a ella le dejas ponerte sobrenombres y la llamas tu mujer?

—Ella es la única mujer que puede llamarme por mi nombre, ponerme todos los sobrenombres que quiera y llevarse el título de mi mujer, porque es y siempre será mi mujer.

—¿Y yo qué?

—Solo fuiste algo de una sola noche y estaba pasado de tragos. No sé ni qué hacía. Tomo malas decisiones cada vez, que bebo.

—Eres un maldito.

—Lo sé. Soy un maldito sin escrúpulos.

—¿Mataste a Miguel?—indagó.

"El Abogado de la Mafia" { 𝐋𝐢𝐛𝐫𝐨; 𝟏 𝐂𝐨𝐦𝐩𝐥𝐞𝐭𝐨✅}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora