Capítulo 13

3K 179 26
                                    

Todos los personajes pertenecen a Suzanne Collins

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

Capítulo 13

El beso termina porque ambos necesitamos respirar, sin embargo no nos soltamos. Delicadamente con sus dedos empieza a acariciar mi rostro, es cuando veo la sangre saliendo de la herida de su mano. Con cuidado tomo su muñeca y lo llevo conmigo para curarlo. Tal vez debí llevarlo a la enfermería de la Universidad, pero las miradas que nos lanzaban algunos que nos conocían terminaron por abrumarme más de lo que ya estaba.

Lo llevo directo a casa decidida a curarlo yo misma. De pequeña solía ser una niña que subía a todos los árboles o brincaba por todas partes, gracias a mis juegos siempre me lastimaba o cortaba así que mi madre me tenía que curar, como solía poner atención, creo que soy apta para curar las heridas de Peeta.

Busco el botiquín de primeros auxilios tomo su mano y comienzo a curarlo, puedo sentir su mirada sobre mí pero no quiero levantar la mía, asi que prefiero concentrarme en sus manos.

-- Dra. Everdeen usted cree ¿qué pueda curarme de este mal de amor?- dice.

Cursi. Es la palabra que se me viene a la mente. Tengo una pelea interna sobre si, decirle algo o simplemente callar. Siento como uno de sus dedos de la mano a la que estoy poniendo la bandita acaricia mi mano, decido que es momento de levantar la mirada y enfrentarlo.

-- Quiero saber ¿si quieres ser mi novia?- pregunta dulcemente. Observo un rojo aparecer en sus blancas mejillas.

No respondo rápido. Me sorprendo observar lo largo que son sus rizos ya que casi le llegan a sus ojos y aunque me gustan, me molesta que tape el hermoso azul de sus ojos, esos ojos que esperan una respuesta, una que solo yo puedo dar y mi cabeza sabe cual es, porque se me esta obligando a darla, quiero involucrar a mi corazón pero siento que no quiero complicarme más de lo que ya es esta situación para mi.

-- Acaso no te quedo claro hace un rato lo que siento- le digo solamente.

Sonríe mirándome y dice- Esa respuesta es demasiado seca...pero me gusta.

-- Así soy yo tómalo o déjalo- digo.

Se acerca a mi para darme un suave beso que me desarma totalmente, se aleja un poco y me dice suavemente- Lo tomo- acto seguido me vuelve a besar.

Es este tercer beso o cuarto, aun no sé si el primero cuenta si una esta borracha.

En este beso podía sentir la intensidad de Peeta seguramente la misma intensidad de la mirada con la que a veces me veía y aunque al principio no quise reaccionar correspondiendo el beso, fue en el instante en que sentí sus calidas manos sobre mi rostro que toda las sensaciones que ese gesto provoco se colaron por debajo de mi piel sin pensarlo mucho me agarre fuertemente a su espalda y profundice ese beso.

Durante el tiempo que nuestros labios se mantuvieron unidos no me percate que mi cerebro había dejado de funcionar porque cuando Peeta se separo para poder respirar me di cuenta que yo también necesitaba hacerlo.

-- ¿Tienes hambre?- pregunta con una sonrisa embelesada.

Y en lo único que pude pensar es que si tenía hambre, pero de otro beso. Quería otro beso como el que acababa de darme, pero me sentí ridícula por pensarlo así que solo moví mi cabeza afirmativamente dejando que él lo interpretara como quisiera.

-- Excelente te preparare algo delicioso- se levanta dirigiéndose a la cocina.

Como no encontró nada en mi refrigerador se le ocurrió que debíamos ir a comprar cosas al Supermercado, me tomo de la mano y durante el camino y mientras comprábamos jamás me soltó. La firmeza de su mano provoco en mi un sentimiento de nostalgia nadie, absolutamente nadie había tomado de esa manera mi mano excepto mi Papá. Sabia que no me caería porque la firme mano de mi Papá me sostenía, quise llorar cuando pensé que Peeta tampoco me dejaría caer.

Todo por dineroWhere stories live. Discover now