Capítulo 55

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dos los personajes pertenecen a Suzanne Collins

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Le dedico este capítulo a VictoriaSnchezRamos. Gracias por el apoyo.

Capítulo 55

La vida se siente áspera y dura. Ya no encuentro nada porque vivir, ya que las dos personas que le daban color a mi vida se fueron. Me dejaron, me abandonaron. La vida nuevamente me ha disparado en el corazón y esta vez fue totalmente mortal, mi espíritu ha muerto, no hay razón para vivir.

Me bajo de la cama sintiendo el piso frio y duro. Me dirijo al cuarto de mi Madre donde sé que guarda varios medicamentos entre ellos unas pastillas para dormir que tomaba después de la muerte de mi Padre.

Sin importarme ponerme los zapatos bajo las escaleras. Escucho varias voces todas de mujeres, que parece que se encuentran en la cocina. Como no hago ruido nadie me presta atención, así que salgo de la casa sin siquiera cerrar la puerta.

Sé dónde quiero morir y me dirijo a ese lugar sin ninguna duda. Llego a una de las entradas al bosque. El bosque es una gran extensión y limita con el Distrito hay muchas maneras de entrar, así que busco la que queda más cerca de la casa. Me dirijo al lago, ahí en ese lugar pase buenos momentos con mi Padre y Prim. A él le gustaba llevarnos y hacer un día de campo. Recuerdo como intento por todos los medios enseñar a nadar a Prim, pero ella siempre le tuvo miedo al agua. En cambio yo me sentí libre al estar ahí.

Camine sin detenerme hasta que llegue al lago. Me senté tomando todas las rocas que encontré colocándolas en las bolsas de mi vestido. Ya adentro del lago me tomaría las pastillas y con las piedras me hundiría rápidamente. Sería una manera fácil y rápida de morir, no me daría cuenta así mi espíritu no vagaría en el bosque, iría directo con mi Padre y Prim.

Preparada para entrar decidí ver por última vez el bosque. En ese bosque donde ríe y fui feliz con mi Padre, donde me sentí protegida de niña...donde... salte del susto al escuchar una alarma salir de mi muñeca era el reloj de Peeta, había olvidado que lo traía puesto. Si, en este bosque vi por primera vez a Peeta. Pensar en él, hizo que algo en mi corazón despertara, una luz que estaba apagada se prendió al pensar que podía seguir viva por él y para él.

--¿Para qué? Para que la muerte también me lo quite- me digo.

Prefería morir que soportar algo así nuevamente. Sabía que Peeta encontraría la manera de vivir, él era más fuerte que yo. Decidida me metí al agua sujetando con fuerza las pastillas que me llevarían a un lugar donde no sufriría, donde el dolor lo dejaría atrás. Me adentre hasta donde sentí que el agua me llegaba hasta el cuello ahí me sentí lista y abrí la mano para llevarme las pastillas a la boca cuando sentí a alguien detenerme. Peeta estaba parado a mi lado sosteniendo con fuerza mi mano.

--Déjame ir- le suplico.

-- No puedo- me dice con determinación.

Intento soltarme, pero él me jala fuera. Forcejeo con él, asombrada por lo fuerte que es. Al llegar a la orilla me dejo caer de rodillas sintiendo como las rocas raspan mis rodillas. Peeta me levanta alejándome lo suficiente del lago, hasta que también cae de rodillas soltándome. Me acuesto en el pasto porque siento que todo mi cuerpo pesa y no es por las piedras que traigo en el vestido, es porque desde que murió Prim mi alma se ha vuelto pesada.

Suavemente Peeta tomo mi cabeza para colocarla sobre sus rodillas. Dulcemente quita algunos mechones de mi rostro. Estaba por llorar hasta que sentí a Peeta temblar. Levante mi mirada y vi a Peeta que me miraba con tristeza y lágrimas en los ojos. Alargue mi mano para limpiarlas.

Todo por dineroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora