Capítulo 32

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Todos los personajes pertenecen a Suzanne Collins

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Capítulo 32

Ambas estamos acostadas en su cama de hospital, nos encontramos llenas después de comer los deliciosos muffins que Peeta nos preparó y aunque nos reímos y platicamos de muchas cosas fue el sabor de esos panes los que provocaron un sabor agridulce en mi corazón.

-- Katniss- me habla mi patito.

-- Dime- le digo.

-- ¿Qué te preocupa?- me pregunta acomodándose para voltear a verme-Y no digas que no, sé que algo más te preocupa dime ¿qué es?

Observo los ojos azules de mi patito. Acaso las personas que actualmente me importaba tenían que tener ojos azules. El azul de ella era más oscuro que el de Peeta y aun así se veían claros, ya que pertenecían a dos personas sin ninguna pizca de maldad. Dudo en decirle a Prim lo que en realidad me preocupa cuando ella dice.

-- Puedes confiar en mí.

Volteo para observar el techo del cuarto del hospital para confesarme ante ella- Quiero decirle a Peeta que estoy...bueno mis sentimientos por él.

-- ¿Aún no se lo dices?- pregunta mientras da un pequeño brinco en la cama- ¿Qué estas esperando?

-- No es tan fácil.

-- ¿Cómo que no es fácil? él es tu novio. Es raro que aún no se lo digas- dice Prim.

-- Ay algo mal en mi Prim. Todo lo que siento esta atorado dentro de mí y no logro sacarlo.

Quiero llorar y me reprimo, si Prim me ve llorar seguro se preocupara, ya que en pocas ocasiones me ha visto llorar. Siento sus pequeñas y suaves manos tomar mi rostro para voltear a verla.

-- En realidad nunca has sido de las que expresan sus sentimientos. Pocas veces me has dicho que me quieres, pero desde la muerte de mi Papá te guardaste todo. Desde que murió ya nunca volví escucharte decirme te quiero.

En ese instante no pude contener más las lágrimas terminaron por salir frente a Prim, sin detenerse. Estas llenaban mis ojos y nublaban mi vista aunque lograba ver la expresión de tristeza de Prim. Sus pequeñas manos intentaban apartar las lágrimas que caían de mis ojos. Me dejo llorar hasta que fui capaz de hablar.

-- Aún más que pienso. No recuerdo que en esos últimos meses al lado de él, le hubiera dicho que lo quería, no recuerdo haberle dirigido a Papá algunas palabras de amor. Siempre pensé que el amor estaba implícito. Me arrepiento mucho no haberle dicho ese día cuanto lo quería.

-- Deberías aprender de eso y comenzar a decir a las personas que quieres cuanto te importan.

-- Y quiero, pero no puedo esas palabras están atoradas en mi interior incapaces de salir de mi.

Mi patito me observa con lastima y en ese momento no veo en ella a ninguna niña, sino a una adolescente convirtiéndose en una mujer sabia. En cambio yo seguía siendo una niña asustada.

-- Deja de presionarte por eso. Yo sé que me quieres y Peeta sabe que lo quieres seguro que no es necesario para él que se lo digas.

-- Pero...-quiero explicarle que en realidad él no sabe que lo quiero.

-- Esas palabras saldrán cuando estés preparada, te lo aseguro.

Esa promesa hizo que pudiera dormir en paz esa noche. A Peeta lo veía muy poco supongo que me evitaba y cuando aparecía siempre hacia todo lo posible para que Prim o mi madre estuvieran presentes.

Todo por dineroWhere stories live. Discover now