Capítulo 25

2.6K 183 74
                                    


Todos los personajes pertenecen a Suzanne Collins

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

Capítulo 25

No me había percatado el momento en que había dejado de llover, estaba tan absorta en los besos que Peeta repartía por cada parte de mi cuerpo. Agradezco que no se haya cortado el cabello porque sus rizos largos que a veces caen por su rostro hacen a mi cuerpo vibrar cuando los siento recorrer mi cuerpo. Como poner atención a la lluvia cuando mis manos recorren el fuerte y calido cuerpo de Peeta, mis manos que quieren descubrir cada músculo o lograr arrebatar algún suspiro de sus suaves labios. Como escuchar el ruido que seguro provocaba la lluvia cuando en mis oídos solo pueden escuchar las palabras de amor de Peeta acompañadas por nuestros gemidos de placer. Ese placer que provoca el hecho de que el estuviera dentro de mí. Es placer que solo Peeta puede provocar en mí, porque me imagino que esto solo se siente cuando estas haciendo el amor con el hombre que amas.

Ninguno de los dos siente sueño, solo nos observamos, de vez en cuando le doy un suave beso. A veces él aparta algún cabello que cae sobre mi rostro, es hasta que dice Peeta.

- Te amo.

Esa sola palabra hace que mi corazón y mi cuerpo vibren más que hace unos momentos. Quiero decirle que yo también lo amo, sin embargo se me queda atorado en la garganta. Siento mi cuerpo temblar de frustración por el hecho de no tener el coraje de decir mis sentimientos. Con ternura comienza a acariciar mi brazo en su expresión no hay enfado, solo una mirada dulce.

-- Tranquila, no tienes que decirlo.

-- Pero...

Su mano deja de acariciarme mi brazo y pasar a mi espalda que esta descubierta.

--Lo dirás en el instante en que te sientas preparada.

-- Gracias.

Con la misma mano con la que me estaba acariciando me atrae a él, yo paso mi mano por su espalda para acomodarme más cerca. Escucho que lanza un suspiro de resignación, levanto mi cabeza para verlo, él lo nota y sonríe.

-- Pensaba en lo parecida que eres a Haymitch.

-- ¿Yo?...

-- Sí. Tu- me dice con una sonrisa burlona.

-- ¿Por qué dices eso? ¿En que nos parecemos?

-- En muchas cosas, hasta en la más importante no saben decir lo que sienten.

Me callo recordando la historia de amor de Haymitch y el hecho de que nunca pudo decirle a la mujer de su vida cuanto la amaba. Observo a Peeta y me pregunto si yo si seré capaz de hacerlo, de decirle cuanto lo quiero.

-- Katniss, de verdad no te presiones- vuelve a suspirar- no es necesario que lo digas, ya que te aseguro que se cuales son tus sentimientos por mi.

-- Peeta...

-- Sé que algún día podrás expresarte y yo estaré feliz de escucharte.

-- Peeta- le llamo. Me gusta pronunciar su nombre.

-- Dime- me gusta escuchar su voz.

-- Dices que lo primero que te llamo la atención de mi era mi sonrisa.

-- Sí y tu voz al cantar

-- Peeta. Ya no soy esa niña, deje de serla cuando mi Papa murió, deje de sonreír y de cantar, es como si esa niña hubiera muerto.

Todo por dineroWhere stories live. Discover now