Capítulo 45

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Todos los personajes pertenecen a Suzanne Collins

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Capítulo 45

Me había quedado de ver con Peeta bajo nuestro árbol a las 12:30 porque según me dijo me tenía una sorpresa. Ya tenía un rato esperando y mi chico del pan no se aparecía, estaba empezando a dudar de la hora de encuentro porque usualmente mi Peeta era muy puntual.

--¡Katniss!- escucho gritar a Johanna.

Veo que viene corriendo, noto que esta algo emocionada y con una sonrisa me toma de la mano y me dice- Ven tienes que ver algo.

-- No puedo- le digo intentando soltarme- estoy esperando a...

-- Ven- me jala- es algo que tienes que ver de ya.

-- Pero Peeta- trato de explicar mientras caminamos.

-- Él está relacionado con esto- dice Johanna.

Al decirme esto Johanna empiezo a caminar por mi propia voluntad empujada por mi curiosidad. Que me quiere mostrar Johanna y ¿por qué está relacionado con Peeta? Llegamos a la biblioteca hasta el patio central que tiene, veo que hay más gente de lo normal.

--Los del taller de pintura están haciendo una exhibición de sus trabajos- dice Johanna.

Entonces me doy cuenta que eso era lo que me quería enseñar Peeta, una de sus pinturas. Decido regresar al árbol a buscarlo porque quiero que sea él quien me muestre lo que pinto, es antes de darme media vuelta y regresar que veo a Madge junto a ella hay varias personas que se apartan, pero mi amiga sigue concentrada en ese cuadro. La pintura me atrae como si tuviera un imán, llego hasta ella para ver que la persona que Peeta había pintado era yo.

En el cuadro estaba sentada de perfil, se distinguía una pequeña sonrisa, de mi trenza salía uno que otro mechón y se alcanzaba a apreciar que mi mano sujetaba otra mano. Peeta había pintado aquella mañana que había dormido a su lado, después de que me emborrache. Esa mañana que con haber despertado a su lado me había librado de la cruda, que debí de haber tenido.

Estaba impresionada con mi cuadro. Siempre me había considerado una persona sin nada especial, al contrario de Peeta y Prim que brillaban. Sabía que yo no tenía eso. Una que otra vez pensaba que al estar al lado de ellos me otorgarían algo de su luz. En la pintura Peeta me mostraba lo contrario, por primera vez vi mi propio brillo. Un brillo tan resplandeciente que me costaba mirarlo.

--La pintura logra transmitir el amor que te tiene- me dice Madge.

Era verdad se sentía tanto amor desprenderse de la pintura que me dejaba sin aliento. Yo simplemente no podía despegar mi vista de ella quería seguir llenándome de ese amor que Peeta me manifestaba e impresionándome por esa luz que quizá solo Peeta podía ver. Lo único que logro sacarme de mi ensimismamiento era sentir a Peeta tomando mi mano.

Al cruzar nuestras miradas no pude evitar sentir ganas de llorar. Posiblemente él lo notara porque me jalo para llevarme lejos de la exhibición y de las personas. Yo no quería irme, deseaba seguir viendo la pintura, pero al sentir sus brazos rodearme me di cuenta que también quería estar así con él.

Las lágrimas que aparecieron debieron asustar a Peeta porque preocupado me pregunto ¿por qué estaba llorando?; la razón era obvia la pintura me había conmovido, ya que pude apreciar la manera en que me miraba y como me amaba. En verdad era tan afortunada por haber encontrado a este chico. Lo amaba tanto y necesitaba decírselo, era momento de que él supiera que lo amaba.

Todo por dineroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora