Prólogo

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—No llores, por favor —pedí mientras secaba las lágrimas que caían por sus hermosos ojitos azules. Pero era inútil, ella no dejaba de hacerlo.

—Acabo de perder a Liv —dijo en medio de un sollozo. Su hermana había muerto hace unos meses—, y ahora te voy a perder a ti.

—¡Hey! Mía, mírame —sujeté su cara con ambas manos para obligarla a mirarme a los ojos—. No me perderás, te lo prometo.

—¿Cómo estás tan seguro de eso? Me voy a vivir a París por no sé cuánto tiempo. No te veré más.

—Aun así, podemos comunicarnos. Hay mil formas de mantener el contacto.

—No es lo mismo .—Volvió a llorar, provocando que yo me paralizara por un momento. Odiaba verla así.

—No llores —repetí—, me mata verte así. Estamos casados, ¿recuerdas? —le guiñé un ojo y ella comenzó a secar sus lágrimas—. Hasta que la muerte nos separe.

—No es gracioso. Mi mamá ya nos separó.

—Tengo un regalo para que me recuerdes siempre —sus ojos curiosos se cruzaron con los míos y sabía que era ahora o nunca.

Tenía claro que habían mil probabilidades y que una de ellas era que me mandara un puñetazo en el rostro, pero ya no sabía cuándo la volvería a ver y no me arriesgué a preguntarme toda la vida: ¿qué hubiese pasado si...?

Lentamente acerqué mis labios a los suyos, sin que ella reaccionara y la besé. Fue un beso pequeño y tierno. Su primer beso. Nuestro primer beso.

—¿Qué pasó con la apuesta? —preguntó y la miré sorprendido. De todas sus reacciones, no esperaba esa.

—En unos años más te darás cuenta de que gané la apuesta —le guiñé un ojo otra vez, era mi única arma de conquista en ese entonces—.Tu primer beso fue con el amor de tu vida, Bonita.

***

No sé si la suerte o el destino existen; solo sé que por alguna razón la tuve que conocer. Mía Hamilton era perfección, la conocía desde los siete años y puedo decir con certeza que fue el gran amor de mi vida. Estoy loca y completamente enamorado de ella desde antes de aprender a leer y escribir bien; no sé cómo es posible pero he pasado más del setenta por ciento de mi vida enamorado de ella.

Muchos se preguntarán: ¿Cómo un niño de apenas siete años sabe lo que es amor? Y tienen mucha razón, es imposible saberlo pero, ahora tengo veintiún años y siento exactamente lo mismo que cuando era pequeño, con mucha más intensidad, pero las mismas mariposas vuelan dentro de mí cuando la veo. Es por eso, que puedo asegurarle al mundo que ella es mi alma gemela.

Luego de darle su primer beso, no volvimos a tener contacto; se fue a París y no supe más de ella hasta que cuatro años después regresó. Ya no era la misma, era una versión de su hermana pero mejorada.

Pensé que podríamos recuperar el tiempo perdido pero ya no teníamos nada en común. Luego, comenzó a salir con el idiota de Ethan y terminé de convencerme de que jamás volveríamos a lo que teníamos antes.

Por más que quise, no pude olvidarme de ella, no después de observarla con atención y darme cuenta de algo. Aunque parecía tener la vida perfecta, la conocía demasiado bien como para saber que por dentro estaba muriendo, pidiendo a gritos ser liberada. Fue ahí cuando decidí conquistarla, y ganar de una vez por todas esa pequeña apuesta de cuando éramos pequeños. Para ser sinceros, ganar algo físico poco me importaba al lado de ganarme su corazón y convertirme en el amor de su vida.

Al principio se negó rotundamente a tener algo conmigo, pero yo estaba seguro de sentía cosas por mí y no me di por vencido hasta que lo logré. El día que por fin me dijo: «te amo», supe que todo había valido la pena, no puedo explicar todo lo que sentí en ese momento, fue el mismo día en el que le pedí que se fuera a vivir conmigo y aceptó.

Era el hombre más feliz del mundo, y planeaba hacerla feliz a ella. Pero, las cosas no siempre salen como uno las planea y escapando de su madre tuvimos un accidente, un maldito accidente que se la llevó de mi lado. Ella obtuvo la peor parte y yo solo estuve inconsciente un par de días, hasta que desperté y supe que todos los planes que teníamos para el futuro se habían derrumbado para siempre. La vi morir; no solo eso, además lo hizo en mis brazos y en ese momento supe que una parte de mi alma se había ido para siempre con ella, me sentí muerto en vida durante mucho tiempo y poco me importaba lo que pasaba conmigo pero, ¿qué pasaría si en el camino la vuelvo a encontrar?

Al igual que ella, en algún momento tuve que despertar. La diferencia es que yo lo hice dos años antes...

Cuando la volví a encontrar (VR#2)Where stories live. Discover now