Capítulo 39: Desesperación

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Despierto antes de Mía como siempre y la observo, su cuerpo desnudo cubierto solo con las sábanas la hacen ver aun más hermosa de lo que es. Sonrío al recordar que ahora otra vez es mi novia oficialmente y de la felicidad, me levanto para prepararle el desayuno, no sabré cocinar pero algo puedo improvisar. La intención es la que vale, ¿no?

Busco mi pantalón de pijama y me voy a dar una ducha rápida antes de ir a la cocina, no es que tengamos mucha comida para regodearnos pero algo se me ocurrirá. Saco el jugo del congelador y el pan, Kate nos había traído de ese pan que se congela para que no se ponga malo, ni siquiera sabía que existía. Sí, vivía en una burbuja.

Preparo café y armo la bandeja, también tomo una pastilla, sé que amanecerá con resaca y en mi opinión, la resaca provocada por el vodka es una de las peores. Cuando llego a la habitación veo que está abriendo los ojos, así que sonrío.

—Buenos días, bonita.

—Buenos días, novio —suena maravilloso escucharlo de su boca, luego hace una mueca y se lleva una mano a la cabeza—. Se me parte la cabeza.

No le digo nada, ya venía preparado para esto y le doy la pastilla junto con el jugo, no come mucho ya que imagino que todo debe darle vueltas. No creo que sea porque tiene mal sabor ya que no hice nada más que calentar el pan y ponerle un poco de mantequilla. No puedo ser tan inútil como para haber hecho mal eso... ¿o sí?

Se va a duchar mientras yo lavo los platos y luego me siento en el sillón. En nuestra antigua repisa de libros, encontré mi libro favorito, «El hombre en busca del sentido» así que comienzo a leerlo por milésima vez. No sé cuánto rato pasa hasta que Mía aparece vestida con solo una de mis camisetas arriba de su ropa interior, no puedo explicar todo lo que me encanta cuando está así.

—¿Extrañas los estudios? —pregunta cuando se sienta a mi lado, yo dejo el libro en la mesita para darle toda mi atención a ella.

—Nunca pensé que diría esto, pero sí.

—En algún momento las cosas se arreglarán y podrás retomarlos, te lo prometo.

—Lo sé.

Me acerco para darle un ligero beso en los labios y cuando me aparto veo que una idea recorre su cabeza.

—¿Qué decía tu archivo? —pregunta y yo me tenso completamente, pensé que lo había olvidado luego de ver los suyos y todo lo de anoche. ¡Mierda!

—Nada importante —intento buscar algo para cambiar el tema, sin éxito miro hacia otro lado. Otra puta mentira más—. ¿Sientes ese ruido?

—No cambies de tema —me afirma la cara con ambas manos y me obliga a mirarla a esos ojitos azules a los que no les podría ocultar nada más—. ¿No confías en mí?

—Claro que confío en ti, pero no es importante. Lo tuyo sí que es de preocupación porque...

—Alex —me interrumpe y sé que está perdiendo la paciencia. Suspiro resignado, en algún momento tendría que decírselo.

—Trece de abril —susurró, todavía me acuesta asimilarlo.

—¿Un día antes de tu cumpleaños? —asiento intentando tragarme el nudo que tengo en la garganta. «Por favor no preguntes más»—. ¿De qué año?

—Dos mil... cuarenta y tres.

Noto cómo se comienza a derrumbar, sin que pueda hacer nada por detenerla comienza a llorar, la abrazo e intento decirle que todo estará bien aunque ni yo me lo creo.

—No tiene por qué ser así, yo debería estar muerta y aquí estoy —dice en medio de un sollozo y veo que intenta convencerse más a ella que a mí.

Cuando la volví a encontrar (VR#2)Where stories live. Discover now