Capítulo 42: Reconciliación

2K 193 12
                                    

Logro levantarme después de un rato, no puedo seguir así, estoy hecho un asco y no lo puedo permitir. Debo pelear por Mía, así me rechace cien veces, estaré ahí ciento una. Salgo lo más rápido que puedo y tomo un taxi, a estas alturas, si me reconocer, me importa una mierda.

Cuando llego, me quedo apoyado en un árbol del pequeño parque que hay frente a la casa, debo encontrar el momento perfecto para entrar. No deben verme. Mi teléfono comienza a sonar cuando ya llevo un buen rato ahí, recién me doy cuenta de que está anocheciendo.

—¿Kate? ¿Qué pasa?

—¿Mía no está contigo?

—No, ¿por qué?

—Desapareció, la señora Gina no la encuentra por ningún lado.

—Busquen bien, no ha salido de casa.

—Te juro que no está.

—Puedo apostar mi vida que está ahí dentro, la iré a buscar.

—No, es peligroso. No puedes llegar y entrar.

—Ya lo estoy haciendo —corto la llamada y voy a la puerta—. Hola, Peter. Es una emergencia.

—No es necesario que digas nada. La señora no está y no llegará hasta mañana.

Me deja pasar sin problemas y me dirijo a la puerta principal, estoy harto de entrar como un delincuente porque no soy uno. Soy un maldito hombre que viene a visitar a su novia luego de su primera discusión.

—¡Alexander! —exclama la señora Gina cuando me ve—. ¿Lo llamó la señorita Kate?

—Mía no ha salido de esta casa, se lo puedo asegurar. Si me deja entrar juro que la encontraré en cosa de segundos.

—Nunca le he negado la entrada, mi niño. Por favor, hágala recordar, es lo único que le pido.

—Le prometo por mi vida que lo haré.

Me da un gran abrazo y se sale del camino, comienzo a correr al segundo piso, no quiero pensar en que Mía pueda haber hecho algo en contra de su vida pero existe esa posibilidad. Llego a la habitación vacía y la desesperación llega a mí.

«Piensa, Alex, piensa. ¿En qué lugares solía esconderse cuando algo le ocurría?»

Sin pensarlo otro minuto más, me arrodillo y levanto las tapas de la cama; tal como pensé, ahí estaba mi bonita, hecha un ovillo con los ojos llenos de lágrimas.

—¿Qué haces ahí? —pregunto pero ella no responde, parece estar paralizada y tiembla de frío. La tomo con cuidado y la saco de ahí—. Ven acá. ¡Por Dios! Mira cómo estás, Bonita.

La acomodo en su cama y la cubro con las mantas, me recuesto a su lado y la abrazo ya que sigue temblando. Estamos un buen rato así hasta que me atrevo a hablar.

—¿Te sientes mejor?

—¿Por qué estás aquí? —no lo dice con mala intención, lo noto en sus ojos.

Le cuento que Kate me llamó pero que yo sabía que estaba dentro de la casa, cuando me pregunta si la estaba espiando, le respondo que no iba a dejar que volviera sola con esa idea de la venganza metida en la cabeza.

—Pensé que no volverías después de lo último que dije —vuelve a llorar y se aferra más a mí—. Lo siento mucho.

—Créeme que en el pasado me has dicho cosas peores —no puedo evitar reír al recordar las pequeñas discusiones que teníamos, siempre terminaban igual, a los cinco minutos ya nos estábamos besando o haciendo algo más—. Además, creí que había quedado claro que siempre volvería.

Me pregunta cómo es que la encontré tan rápido y le explico que solo habían dos lugares en los que sabía que podía estar. Le cuento que cuando éramos pequeños, ella solía esconderse debajo de la cama cuando sus padres discutían ya que se sentía protegida. Me escucha con atención y se forma una sonrisa en su rostro.

—¿Éramos muy amigos?

—Los mejores —sonrío orgulloso—, hasta nos casamos una vez, frente a los caracoles y árboles de mi casa. Así que creo que nos pertenecemos desde que teníamos nueve y once años.

—¿Qué?

—Es verdad, tú que siempre lo escribes todo, debe estar en alguno de los mil diarios que hay arriba. Busca el del año 2032 o 2033. Te juro que nos casamos.

—Fue hace como mil años, no creo que los tenga.

—Los tienes, créeme. Tenías una obsesión por escribir todo y guardarlos para siempre, así cuando fuéramos grandes podríamos leer cómo creció nuestro amor desde que éramos unos niños.

Me sonríe pero luego, de un momento a otro se pone totalmente seria y parece preocupada por algo; supongo que recordó la razón por la que se escondió debajo de la cama.

—¿Estuve embarazada? —suelta como si me estuviera preguntando por el clima, y me deja un poco desconcertado.

—¿Qué?

—Leí el último diario que escribí, salía que al parecer estuve embarazada y que el test salió positivo. Luego me escape contigo y ya no escribí más.

Le explico que todo fue un error, que estaba pasando por un momento de mucho estrés en ese momento y sus hormonas estaban revolucionadas. Jamás pensé que lo que la tenía así era haber leído eso en uno de los diarios.

—Prométeme que no volverás a mentirme —mi mira directamente con esos ojos color cielo—. Por más dura que sea la verdad, quiero saberla.

—Te lo prometo, perdóname por mentir.

—Sé que lo hiciste para protegerme, pero no lo vuelvas a hacer, soy fuerte y sabré lidiar con cualquier cosa si te tengo a mi lado.

No puedo evitar que mi mirada se vaya directo a sus labios, pareciera que han pasado años desde que los probé por última vez y no solo dos días. Comienzo a acercar mis labios a los suyos y ella no hace nada por detenerme, es más, es ella la que se adelanta y me besa primero.

—Te amo —dice cuando nos separamos haciendo que mi corazón comience a palpitar a mil por hora.

—No es necesario que lo digas.

—Lo sé, pero de igual forma te amo —insiste y puedo ver que dice la verdad.

¡Lo conseguí! Todo mi esfuerzo valió la pena. La volví a enamorar, a pesar de que no me recuerda, me ha vuelto a amar por lo que soy.

—Yo también te amo, más que a mi vida, bonita.

La vuelvo a besar porque ya no soporto estar separado un minuto más de ella, mis manos inquietas se van al cierre de su chaqueta y ella me ayuda a deshacerme de ella. Deposito un pequeño beso en su hombro derecho haciéndola temblar y un segundo después, ella está sacando mi camiseta y lanzándola a algún lugar del suelo.

La amo tanto, de una manera que nadie puede imaginarse; estoy dispuesto a darlo todo por ella. Si hace dos años la amaba con locura, hoy ya no sé qué tan loco estoy por ella; todos mis sentimientos están multiplicados por infinito. Mía es la única persona que puede hacerme feliz y la única también que puede destruirme, la cosa es que confío tanto en ella que estoy cien por ciento seguro de que cuidará mi corazón como si fuera suyo y jamás me dejará caer, de la misma forma en que yo la cuidaré a ella hasta el día que deje de respirar.

Cuando la volví a encontrar (VR#2)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon