Capítulo 16: No más visitas

2.4K 272 17
                                    

Mi hermano estuvo cerca de una hora y media acompañándome, contándome sus problemas de mujeres que no han cambiado nada en el último año. John sigue siendo el mismo mujeriego de siempre, pero no lo juzgo, supongo que en su momento fue su forma de evitar el dolor y luego se acostumbró tanto a ese estilo de vida que no lo abandonó jamás y a estas alturas dudo que lo haga. Supongo que cada persona supera perder al amor de su vida a su manera; si es que llega a hacerlo algún día.

No pude evitar reírme al imaginarlo corriendo con una de sus ex persiguiéndolo por haberlo encontrado con otra, hasta que me golpeó y tuve que controlar mi risa, aunque fue casi imposible. Hace meses que no me reía y ahora no podía detenerme.

Antes de que se fuera le pedí un último favor, que fuera al cementerio a dejarle unas flores a Mía. Ella amaba las rosas blancas y rojas —como el color de su piel y de sus labios—, y ya que yo no puedo ir, mi hermano prometió que lo haría y que luego volvería y me contaría con detalles cómo era donde estaba. Aunque me doliera, tenía que saberlo para poder estar tranquilo. Dijo que iría mañana e intentaría volver el mismo día o al día siguiente a verme. Se lo agradezco de todo corazón que haga esto por mí porque sé que será difícil para él ir a ese lugar. Como es bastante obvio, la tumba de Mía debe estar justo al lado de la de Olivia y a pesar de que él siempre intenta visitarla a menudo, sigue quedando demasiado afectado cada vez que va; puede tardar semanas en reponerse.

—¿Seguirás haciéndome la «ley del hielo»? —pregunta Ron divertido cuando me lleva de vuelta a la celda, yo también estoy de un humor mejor pero eso no significa que haya olvidado la razón de por qué no le estaba hablando.

—¿Borraste el número de mi hermana?

—Nop.

—Entonces sí —contesto y no le vuelvo a dirigir la palabra hasta que llegamos a la celda.

—¿Y este por qué no te habla ahora, Ronnie? —pregunta Pancho desde su cama divertido. Nuestras discusiones infantiles ya son bastante frecuentes.

—Está enojado porque su hermana me dio su número.

—¡Tiene veinte! —grito y elevo los brazos como pidiendo paciencia al cielo.

—Las hermanas son sagradas, Ronnie —lo regaña Pancho, aunque no suena para nada serio.

—¡Aleluya! Alguien sensato en este lugar —exclamo yendo hacia mi cama y acostándome en ella sin ninguna delicadeza.

—Aun así no borraré el número —si las miradas mataran...—, pero tampoco la llamaré, quédate tranquilo.

—Más te vale.

—No me van las «nenitas» —ríe y comienza a alejarse por el pasillo—. Solo quería ver tu reacción. Tranquilízate.

—Ese le tiene todas las ganas a tu hermana —comenta Pancho a mi espalda.

—Ya lo sé, y lo peor es que ella al parecer también.

Me meto en la cama para por fin dormir después de este día cargado de emociones, deseando como todas las noches poder soñar con Mía pero nuevamente me llevo la decepción de que no está. Como había dicho antes, no he vuelto a soñar con ella desde que desperté del coma y eso hace que sienta un fuerte dolor en el pecho y por momentos me falta el aire aunque no es nada que no pueda controlar; por lo menos en estos momentos.

***

Mi hermano nunca más apareció por aquí, no sé si se aburrió o si le pasó algo y no quiero ser negativo pero me inclino más por la segunda opción. John me prometió que volvería al día siguiente o pronto y ya ha pasado un mes sin que yo sepa nada, él no es de romper sus promesas, por lo que creo que hago bien en preocuparme.

Cuando la volví a encontrar (VR#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora