Capítulo 50: Un futuro mejor

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Ha pasado un mes desde que saqué a Mía de esa clínica, un mes desde que vimos por última vez a nuestras familias y amigos. Solo ella, yo y la moto, tal como en los viejos tiempos.

Nos estamos quedando en una ciudad que queda a ocho horas del mundo que conocíamos, llegamos anoche ya que los policías de Sarah llegaron al lugar en que nos estábamos quedando antes. Papá nos consiguió un departamento pequeño, nada que llame la atención pero es más de lo que podríamos pedir. En estas condiciones ni ella y ni yo podemos conseguir algún buen trabajo ya que alguien nos podría reconocer y además, en cualquier momento nos veremos obligados a volver a huir, por lo que dependemos casi por completo de papá. Me siento horrible por eso pero hice la promesa de devolverle hasta el último peso cuando las cosas se normalicen y vuelvan a ser como antes, porque sé que lo harán.

—La vecina nos invitó a cenar —es lo primero que dice Mía cuando vuelve a entrar al departamento.

—¿Ya los enamoraste? —pregunto con una sonrisa—. Qué rápido.

—No seas tonto. Me ofreció un trabajo pero quiere ver si soy digna de confianza.

Me abraza por la cintura mientras estoy ordenando algo y apoya su cabeza en mi espalda.

—¿Qué tipo de trabajo?

—Ella trabaja como ama de llaves en una de las mejores casas de la ciudad y dice que necesitan a alguien que cuide a los niños, son tres —me doy la vuelta para observarla, sus ojos brillan—. Sería genial porque estaría casi siempre en esa casa así que nadie podría reconocerme y tendría que preocuparme por un rato solo de lo que hacen los niños.

—¿Es lo que quieres?

—Si me quedo aquí encerrada todo el día me volveré loca.

—Entonces, me pondré mi mejor ropa para impresionar a la vecina.

Se ríe y me da un golpecito.

—No es necesario, solo procura no arreglarte demasiado ni ser tan perfecto en frente de ella. No vaya a ser que ella también se enamore de ti.

—Lo intentaré, aunque es difícil que no lo haga teniendo esta cara.

Me da otro pequeño golpe en el brazo haciéndome soltar una carcajada, luego rodeo su cintura con mis manos para pegarla más a mí y la beso. Es impresionante cómo cada beso que le doy se siente como el primero, como si los años no hubiesen pasado y estoy seguro que así será para siempre. Continúo besándola, por momentos bajo hasta su cuello y clavículas pero ella me detiene.

—Si vas por ahí lo más probable es que no lleguemos a la cena —me advierte y la verdad no me importaría si no supiera la ilusión que le hace conseguir este nuevo trabajo.

—Bueno, supongo que después de la cena será —le guiño un ojo y la abrazo con fuerza. Ambos caemos encima del sofá y ahí nos quedamos un buen rato, sin decir nada porque no es necesario.

Con sus dedos dibuja la forma de mi tatuaje de la muñeca, ese que está escrito en francés y lo observa con mucha atención.

—Quiero uno igual —dice y acerca mi muñeca a su boca para besar el lugar en donde está la tinta—. Pero que diga «Alex» en vez de «Mía», por razones obvias.

—¿Estás segura? —debo preguntarlo por más que me encante la idea—. No quiero que hagas algo de lo que puedas arrepentirte. Es algo que llevarás por siempre grabado en la piel.

—Sí, algo que llevaré siempre. Como a ti en mi corazón. Será el recordatorio de todo lo que hemos pasado para poder al fin estar juntos. Sé que estamos alejados de todos y me duele no poder ver a Kate, a Ben o a mi papá o a Gina pero todo se vuelve más fácil porque te tengo a ti a mi lado. Somos fugitivos, ¿y qué? Aún nos tenemos el uno al otro y sé que eso nunca cambiará.

—¿Tienes una idea de todo lo que te amo?

—Creo que sí, porque yo también lo hago y sé que muchas personas personas jamás llegarán a tener un amor tan grande como el nuestro. Tan único, tan hermoso —se la da vuelta, su cara está a centímetros de la mía, sus ojos brillan nuevamente—. Cuando desperté sin recordar nada y empecé a buscar la verdad, nunca se me pasó por la mente que al buscarte, encontraría al amor de mi vida. Que al encontrar al supuesto culpable de mi accidente, terminaría perdidamente enamorada de él. Te amo tanto, Alexander. Tanto que a veces duele, pero no es un dolor malo sino que uno que me hace desear sentirlo. Sé que contigo no habrán días malos y si tengo que escapar mil veces contigo lo haré, porque una vez te prometí que iría hasta el fin del mundo contigo y lo cumpliré.

Me quedo sin palabras por un momento, sé que Mía no es de decir lo que siente. Más bien es de las que demuestran pero les cuesta mucho hablar, por eso es que ha escrito miles de diarios a lo largo de su vida. Escucharla decir en voz alta todo eso se siente casi como tocar el cielo con las manos. Saber exactamente lo que piensa es uno de los privilegios que solo yo tengo y me encanta que sea así.

—Estás pálido —mueve la mano arriba y abajo en frente de mis ojos para hacerme reaccionar—. Dime que no hablé de más y te asusté. ¡Sabía que debía mantenerme callada!

—¿Qué? No, no. Es solo que es tan hermoso poder escucharte decir todo eso —tomo su cara con ambas manos para acercarla más a la mía—. Nunca pensé que volvería a tenerte así, nunca pensé que volvería a escuchar un te amo saliendo de tu boca. Desde que creí que habías muerto mi vida fue miserable, buscaba sentir algún dolor físico con tal de que el dolor de no tenerte no fuera tan terrible, me rompí mil veces los nudillos golpeando las murallas, dejaba que los reos más peligrosos me dieran una paliza digna de quedar en coma, pero nada de eso servía para olvidarme de ti.

—Desearía poder borrar esa etapa de tu vida —sus ojos están llenos de lágrimas.

—Yo no —sonrío y ella me mira confusa—. Mi corazón estaba completamente roto hasta que llegó esa linda chica vestida de policía a buscarme, tan perdida y asustada como yo me sentía antes. Supe que la vida me estaba dando otra oportunidad y que no debía desperdiciarla, recordar el pasado me ayuda a eso. Recordar lo que sentí al perderte me hace no querer soltarte nunca porque sé que no podría soportarlo una segunda vez. Si te llegaras a ir otra vez, no sé qué sería de mí.

—Nunca me iré.

—Ya lo sé, no te lo permitiré. Sabes que soy perseverante y si tu amor por mí se llega a acabar algún día, no dudes en que lucharé todos los días para volver a enamorarte como lo hice ahora.

—Mi amor por ti nunca se va a acabar, Alex —me besa con dulzura y cuando se aparta noto que sigue estando ese brillo especial en su mirada—. ¿Sabes qué? No creo que la vecina se moleste si llegamos un poco tarde.

—Si tú lo dices.

La sigo besando hasta que nuestros labios se cansan pero ni así me detengo, Mía es todo lo que tengo y es aun más de lo que podría pedir. El regalo más grande es que ella sea el último rostro que veo por la noche y el primero que veo al despertar por la mañana.

Hay veces en las que tengo pesadillas, siempre es la misma. Perdiendo a Mía una y otra vez. Despierto desesperado y bañado en sudor, pero todo es mucho mejor cuando ella toma mi cara e intenta tranquilizarme.

—Estoy aquí, mi amor —dice cada vez y pasa sus manos por mi cabello sin importarle el sudor que hay en él—. Siempre estaré, tranquilo.

Es la única forma en la que consigo conciliar nuevamente el sueño, abrazándola y sintiendo que está a mi lado. Yo hago algo parecido cuando es ella la que despierta gritando. Vaya pareja de locos, dirán todos nuestros vecinos pero así somos y así nos amamos. ¿De eso se trata, no? Estar en las buenas y en las malas juntos.

Dicen que las personas no cambian nunca pero esa es una mentira, el amor te cambia pero más que eso, es el dolor el que lo hace. Siempre fui un poco rebelde, lo sigo siendo pero cuando murió mi mejor amigo fue cuando peor me comencé a portar. Mía no estaba cerca y a pesar de tener miedo de no ser lo suficientemente bueno para ella, era genial meterme en problemas porque solo tenía que preocuparme por los castigos y eso me despejaba la mente. Luego ella volvió y quise ser mejor, nos cambiamos mutuamente y sé que fue para bien. Nos complementamos como solo las almas gemelas saben hacerlo y hemos superado cada maldita prueba que la vida nos a puesto, que hay que admitir, han sido bastantes. Pero de eso se trata todo, ¿no? Lo importante no es las veces que te caes, sino las veces en que te levantas, con heridas, con dolores, pero sigues adelante hacia un futuro mejor. Porque al lado de los que amas, el futuro siempre será mejor.

Cuando la volví a encontrar (VR#2)Where stories live. Discover now