Capítulo 35: Sorpresa

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Estoy con Ben sentado en el sillón compartiendo una cerveza que ellos trajeron, hace mucho tiempo que no bebía una y no sé si es por eso que siento que es una de las mejores sensaciones del mundo, después de estar con mi bonita, claro. Mía está en la habitación con Kate, supongo que hablando cosas de chicas, poniéndose al día o algo por el estilo.

—Entonces, las cosas con Kate están bien —le digo y el sonríe como idiota igual que yo al hablar de su amiga. ¡Está completamente perdido!

—Más que bien.

—¿Ya le pediste que sea tu novia?

—No todavía.

—¿Y qué estás esperando?

—No quiero presionarla, no sé si ella quiera serlo todavía.

—Eres un idiota si crees que no está esperando que se lo pidas.

—¿Tú crees?

—Si, hombre. Más seguridad en ti mismo, se nota a kilómetros que la chica te quiere y tú a ella; aprovecha el tiempo, no sabes cuándo se puede acabar.

No alcanza a responderme porque llegan las chicas y nos miran con los ojos entrecerrados por quedarnos en silencio automáticamente, deben intuir que estábamos hablando de ellas pero, ¿de qué más hablaríamos si pareciera que solo tenemos ojos para esas dos?

—Creo que deberíamos irnos —le dice Kate a Ben y él se levanta de un salto—, si necesitan alguna otra cosa pueden llamarnos. La señora de la farmacia se me quedó mirando raro así que espero no se les acaben tan rápido los...

—¡Kate! —un golpe de Mía aterriza en el brazo de su amiga haciéndola callar, ella y Ben se ríen y la cara de mi bonita parece un tomate.

Se despiden de nosotros y luego se van, ya conocen el camino así que no es necesario ir a dejarlos. Me quedo sentado donde estoy y Mía sigue en el marco de la puerta de la habitación, pensativa. Parece como si quisiera pedirme algo pero no se atreve a hacerlo.

—¿Qué te trajo Kate?

—Mmm... ropa, cosas femeninas y... —se queda en silencio y se vuelve a sonrojar así que desvía la mirada.

—¿Y qué?

Vuelve a la habitación y sale con una caja bastante grande que no tardo más de dos segundos en reconocer. Condones.

—¿No quieres que los probemos? —le pregunto en broma porque me encanta ver cómo se sonroja pero esta vez se mantiene firme y me sigue mirando.

—Sí.

—Solo bromeaba.

—Yo no.

Viene hacia mí con una sonrisa y se sienta a horcajadas en mi regazo antes de comenzar a besarme. Me pierdo nuevamente en ella, en su aroma, en el azul de sus ojos que me miran como si fuera la única persona con la que quiere estar, me miran exactamente como lo hacían hace tres años, con más amor del que nunca nadie me va a dar en la puta vida.

Estamos recostados en el sillón, ella solo viste mi camiseta y eso me vuelve loco; es tan perfecta que podría admirarla todo el día y toda la noche.

—¿Quieres ver mi dibujo? —me pregunta y gira un poco la cabeza para mirarme—. El que estaba haciendo esta mañana.

—Sí, ¿ya está terminado?

Asiente solo con la cabeza antes de levantarse e ir buscar su antiguo cuaderno de dibujo, busca la página y se queda abrazándolo. Me incorporo para quedar sentado a su lado.

Cuando la volví a encontrar (VR#2)Where stories live. Discover now