Capítulo 2

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Max nos deja en casa y se marcha sin decir nada. Es algo que aún no puedo creer. Él y Simon hablaban de tonterías durante el camino a casa mientras que mi cabeza me recordaba todos los pasos de baile en orden, pero admito que también lo miraba a él, lo miraba demasiado, incluso nuestras miradas se encontraron dos veces por el espejo retrovisor.

Simon abre la puerta y corro a toda velocidad hacia las escaleras. Por el pasillo desarmo mi peinado y alboroto mi cabello, entro a mi cuarto y lanzo mi vestido a alguna parte, me quito los tacones, tomo unos jeans de mi armario, una camiseta de algodón y una chaqueta. Meto mis pies en mis convers color cielo y tomo el bolso de debajo de mi cama con el vestuario de esta noche.

—¡Corre, Simon! —grito desde las escaleras.

—¡El taxi está en camino! —grita desesperado.

Él también se ha cambiado. Lleva jeans, convers y una chaqueta de algodón. Somos como gemelos, pero con casi dos años de diferencia.

Bajamos las escaleras y, como por arte de magia, oímos el taxi en la entrada. Corremos aún más rápido, Simon cierra el inmenso portón y nos metemos en el vehículo. Le indico la dirección al chofer y él comienza a conducir.

—¿Qué hora es? —Chillo, viendo el reloj de mi celular—. ¡Solo tengo veinte minutos! —Grito espantada—. ¡Tengo que vestirme ahora!

—¿Qué? —gritan Simon y el señor que conduce el taxi al mismo tiempo.

Me quito mi chaqueta y se la doy a mi hermano.

—Cúbreme con esto.

Él lo extiende delante de mí y voltea su rostro hacia otra parte.

—Y usted tampoco me mire —le pido al señor con desesperación.

—Muchacha, tengo una nieta de tu edad. No pienses tonterías.

—Genial.

Eso me relaja.

Me quito la camiseta de algodón y busco la parte superior de mi traje rápidamente. Debo llevar un sostén negro con un chaleco corto que apenas me cierra y es plateado. Amo la danza, pero hay mucho que cuestionar sobre el tipo de vestuarios que escogen para las presentaciones.

Tomo las medias de red y ahogo un grito. Esto será imposible. Completamente imposible.

Estiro mis piernas y trato de acomodarme dentro del coche para poder colocarme toda esa mierda.

—Quita tus pies de mi cara —sisea Simon enfadado.

Eso me hace reír, pero me callo cuando su celular suena.

—Mamá —dice él—. Sí, todo está bien... Está en su habitación. Dijo que se daría un baño y creo que se siente mejor... No, todo está bien... Porque estoy viendo una película, mamá... Si, también te quiero... Bien...

Suelta un suspiro y baja un poco el suéter para que pueda verlo.

—Mamá te envía un beso —dice con una tierna sonrisa.

—Genial, pero... No necesito un beso de mamá ahora... —digo entrando en pánico. Me retuerzo de un lado al otro y por fin las medias están en su lugar. Tomo la falda negra y estoy casi lista. Me coloco los tacones de veinte centímetros y el sombrero. Acomodo mi cabello y... Listo.

—¿Que bailarás hoy? —pregunta él, observando mi atuendo con una divertida sonrisa. Se burla de mí, lo sé.

—Es una mezcla de tango y música pop... Aunque, esto es ridículo —digo, señalando el vestuario.

 KYA - Deborah Hirt ©Where stories live. Discover now